martes, 25 de septiembre de 2012

Pijamada.

Un muy buen día (aunque 24000 personas murieron de hambre, 75000 fueron asaltadas  y seguramente algún genio potencial de la pintura se inscribió a estudiar derecho) Marilyn recibió un sobre anónimo en su domicilio.
Era un sobre amarillo, completamente sellado, que sólo contenía su nombre en el exterior. Al menos algo diferente entre tantos sobres de cobros y más cobros que llegaban diariamente. Marilyn abrió el sobre y lo que encontró dentro la hizo quedarse estupefacta. Luego de hiperventilar un poco volvió a revisar el contenido y esta vez liberó su sorpresa con un gran grito que resonó en toda la casa.

Resulta que cuando hay una niña problema en el salón de clases, esa niña tiene pocas probabilidades de asistir a una pijamada. Muy pocos saben que esa niña tiene al mismo cantante adolescente recortado de las revistas y pegado en una hoja de su diario; tampoco es de conocimiento público que esa niña tiene la misma fuerza en las piernas para saltar en la cama y la misma resistencia contra las peleas de almohada. A nadie le interesó nunca enterarse de que a esa niña se le iluminó la sonrisa por primera vez cuando Marilyn la invitó a su pijamada de cumpleaños. Y como era de esperarse, absolutamente nadie se interesó por saber que 30 años después esa niña problema se encontraba en su oficina como CEO de una de las empresas más grandes de América, reflexionando sobre su infancia, y  que como adulta comprendió que nadie desea la posibilidad de ver su cumpleaños arruinado por la presencia de una niña problema. Nunca nadie supo que esa niña problema firmó un cheque por una cantidad de la estratosfera y con la mano en la cintura lo mandó enviar en un simple sobre de color amarillo.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Galletas oreo

     Es fascinante cómo una puede no darse cuenta de que las cosas cambian. Tantas cosas han cambiado en mí últimamente y no lo noté hasta ahora. O quizá el cambio era tan obvio que lo pasaba por alto.

      Sí, medicina es una carrera radicalmente diferente de artes. Sí, vivo sola y tengo que aprender a valerme por mí misma. Sí, Monterrey puede abrirte las puertas de lo desconocido y también puede patearte el trasero cuando te distraes. Pero todo eso pasaba de largo, lo que me hizo reflexionar sobre mis cambios fue mi gusto por los sandwiches.

     Si alguno de los lectores (si es que hay algún lector) conoce a la autora, sabrá que me puedo comer lo que sea que me pongan en el plato excepto una cosa: los sandwiches de cualquier tipo. Desde primero de primaria, el día que accidentalmente mi mamá puso aguacate echado a perder en mi sandwich y yo me lo comí por la obligación de comerse el lunch, no podía siquiera soportar la idea de meter un sandwich a mi boca. Curiosamente, esto aplicaba incluso a las galletas tipo sandwich. Nada de galletas emperador, ni oreo ni nada de eso. Las príncipe eran aguantables en caso de hambruna pero no las compraría de mi bolsillo.

      El día de hoy, cuando me acabé el paquete de galletas oreo con leche y me dieron ganas de abrir otro, me di cuenta de que las cosas no eran como antes. De repente las bolsas de pan bimbo se consumen en una semana, junto con el jamón, lechuga, jitomate y demás ingredientes. La vida de estudiante me ha hecho darme cuenta de que cuando el tiempo escasea, un sandwich es portable, rápido, fácil y llenador. De pronto la cremita de vainilla, antes repudiable, sabe a gloria.

     Entonces soy una persona diferente. Una niña que le gustan los sandwiches. Una Caty que no es la que yo conocí y que no me di cuenta de nada si no hasta que la vi antojada de un sandwich de atún. al menos creo que esta nueva Caty es la Caty que es capaz de ser doctora y de vivir en el norte, y que los sandwiches son sólo el inicio de una nueva era.

Bienvenida a la era del sandwich.