jueves, 29 de diciembre de 2011

Siembra y cosecha.

Aprende a sembrar con un libro.
Siembra pensamientos y cosecha sueños.
Siembra el deseo y cosecha libertad.
Haz que un par de ojos se formen identidad.

Pero aprende a sembrar con un libro.
Que te diga los secretos del maíz,
que te forme en los brazos la fuerza del arado.
¡Alimenta tu estómago con páginas!

Si nadie puede subestimar la sabiduría de un libro,
¿Por qué habríamos de subestimar el poder de la experiencia?
Si al final un libro es simplemente experiencia escrita.

Me desespera ver que un joven con sus 20 años y el Ulises de Joyce crea sinceramente conocer más de la vida que un campesino nonagenario.

Aprenderse de memoria el significado de cada palabra en un vasto léxico de lector, pero haber olvidado el del vocablo “humildad“

Solamente una vez.

Gracias a las olas,
que silencian mis suspiros.
Olas, remedios sonoros de sal
que intentan llevarse mi deseo.

El cielo pinta el recorrido de tu aroma.
Incoloro me sabe a agua,
con tu tinta me sabe a azúcar.

Dibújame con tu sonrisa
que no existo sino en tu mirada.
Píntame en un beso de tinta china,
sombra, textura y volumen con la marejada.

Gracias a la ausencia de luna,
que oculta mis desvaríos.
Siento la falta de tu mano en mi cintura,
mis dedos en la arena, fríos.

Elévame con dos palabras,
mátame con un “no te quiero“
¡Véte, desaparece sin avisarme!
Y verás como lento muero.

Anoche soñé que te engañaba

Anoche soñé que te engañaba,
que me iba con otro delante de ti.
Soñé tu mirada decepcionada,
clavada en sus brazos alrededor de mi.

No puedo ni describir el sabor de tu reproche,
las punzadas de tu tristeza y melancolía
me impidieron disfrutar la noche
y me hicieron sobre-pensar de día.

Yo en el sueño te buscaba, suplicaba
tu perdón con un beso y tu más pura sonrisa.
Tú en el sueño te perdías y te callabas,
decías que nuestro amor se había ido con la brisa.

No importó ya su cabello dorado,
tampoco el brillo de sus ojos castaños.
Me di cuenta que había valorado
el calor de tus comentarios extraños.

¡Qué me importa si mi mente
corre y se tropieza!
En un sueño yo vi claramente
que mi cariño es de una sola pieza.

martes, 27 de diciembre de 2011

¿Crees que tú podrías hacerlo?

Ha pasado un año. Exactamente un año, incluso más, porque hace un año que me enteré y año y medio que sucedió. No es que me acuerde de ello todos los días, pero cuando lo hago, duele igual que la primera vez.

Últimamente, en mi afán de arreglarme, arreglar a mis seres queridos e incluso arreglar el mundo, me he puesto a leer acerca de muchísimos temas en cuestión de problemas emocionales. Hoy leía un poco acerca de las ventajas de una buena comunicación con las personas etc etc y apretando el botón de Stumble me encontré con un artículo acerca de la infidelidad.

Era una confesión de una “other woman“ que explicaba cómo ella sabía lo horrible de lo que estaba haciendo pero aún así “le era imposible resistirse, una vez que estaba con él ya nada importaba“. Obviamente la sección de comentarios estaba llena de acusaciones y réplicas sobre lo injustificable de su actitud. Me pregunté, ¿De verdad es ella una horrible persona? ¿De verdad hay algo como el “no poder resistirse“? ¿Crees que tú podrías hacerlo?

Bueno, es un tema bastante complejo. Debo confesar que (y no me siento nada bien por ello) he estado en ambos lados de la situación. O mas bien, en los tres lados.
Alguna vez le fui infiel a alguien, alguna vez fui the other woman y alguna vez me engañaron a mí. La verdad me arrepiento únicamente de las últimas dos. Porque para la primera tenía mis razones, y no creo haber lastimado a nadie, solo fui muy tonta. Well, esa es otra historia.

Lo que puedo decir es que es verdad eso de que una infidelidad no solo destruye la relación actual que tienes con la otra persona, es capaz de destruir las relaciones que tienes contigo misma y las que tendrás con otros en el futuro. Sí, ya sé, lo más probable es que las personas que no lo han experimentado salgan con un “ya supéralo“ (que por decir algo, es la frase más odiosa que alguien puede escuchar en la existencia)
Solo por mencionar algunas cosas, el ser víctima de una traición te hace sentir tonta, utilizada, burlada, etc. Más cuando depositaste tu entera confianza en las personas involucradas. A veces duele en el sentido de la justicia, cuando te das cuenta de que la situación solo te afectó a ti, que la otra chica sigue siendo “la niña perfecta“ a los ojos de la sociedad y que tu ex pareja solo es “más cabrón“ (cualidad positiva entre la comunidad masculina) por lo que te hizo. Personalmente, lo que me dolió en mi muy particular situación fue la reacción general de “¡Pobre Fulanita! ¡Tipo X la besó aunque tenía novia! Ella tan linda como para verse en esa situación“
Nadie, absolutamente a nadie le importó “la novia“, porque después de todo, tenía pinta de ser muy tonta, no se dio cuenta de 6 meses de infidelidad. Al final Fulanita sigue sin ver ninguna consecuencia.
Por mi parte, trato de perdonarlos a ambos y seguir adelante, pero me es imposible evitar odiar a Compañera de la Carrera por parecerse tanto a Fulanita, por tener la misma facha de niña perfecta. Aunque no me haya hecho nada. Aún.
Me es dificilísimo confiar en mi pareja actual, aunque ha demostrado ser digno de ello. Vivir con el temor de que tenga a alguien más, de que se esté burlando de mí y una vez más yo tarde en enterarme.

En conclusión, una infidelidad es de las peores cosas que le puedes hacer a alguien. Mucho más si la tercera en discordia es una “amiga“. Puede llegar a pasar un año y aún sientes dolor al acordarte. Así que, solo puedo darles 5 consejos:

1. Si tu novio tiene reputación de mujeriego y jugador, es por algo. No mi vida, no es diferente contigo. No, tampoco va a cambiar por ti.

2. Si de pronto sientes raro que tu novio le hable más a tu mejor amiga por celular que a ti, tienes razón. Deja de poner justificaciones estúpidas del tipo “Ay, no voy a ser celosa controladora, nomás son amigos“

3. Si sientes que tu mejor amiga es una “niña perfecta“ que es buena con todos y todo el mundo la ama, corre y no mires atrás. Esas son las peores.

4. No es tu culpa. Deja de tratar que lo sea. Si un pendejo decide ponerte el cuerno, no es porque no eres suficientemente bonita, inteligente, buena, etc.

Y por último, 5. Si sabes que el tipo tiene novia, déjalo en paz. No hagas a otra lo que odiarías que te hicieran a ti.

martes, 20 de diciembre de 2011

Corre y se va

para Rubí, que es una luz en este vacío.

¡Ay mi niña!
Esconde ese el brillo de tus ojos tan bonitos,
que el mundo quiere robarte la risa
y comerte las ideas.

Promete que guardarás tus alas de ángel
debajo de la gabardina,
porque si te las ven en la ciudad te las liquidan.

Manda tus sueños a volar por las noches,
ocultos en susurros de organdí
que vuelen cual palomas trasnochadoras
sin que nadie sospeche el destino que les di.

Mi niña linda,
no creas en el mundo que te detiene
no creas en tu mente que te previene
de lograr tus fantasías.

Créeme que si yo pudiera
evitarte de las fechorías terrenales
si yo pudiera arrancarte del corazón
todas esas heridas sin cicatrizar...

Guárdame tu sonrisa, que quiero verla florecer
no en esta vida, no en esta oscuridad
tu mereces que tu luz sea vista y no absorbida,
así que corre y ya no mires atrás.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Al final, sabías a suspiro.

¿Dónde estás cuando no tengo ganas de nada?

Muchas veces, mientras hago la tarea y pienso en el infinito
me dan ganas de tenerte a un lado.
Aquí, sin decir nada, siendo callado como es tu especialidad.

Muchas veces cuando voy caminando entre la gente,
me haces falta.
Tú y esa complicidad implícita.
Tú piensas “¡Pero qué señora tan gorda!“ y ríes.
Yo río porque sé lo que piensas y pienso lo mismo.
La gente ríe de nosotros, porque somos un par de raros que ríen solos.

A veces me dan ganas de retar a la razón que me dice que estamos destinados a la nada.
Me gustas porque eres frío y distante, cualidades que no aprecio porque se llevan mal con mi emotividad desbordada.
Quizá es solo el aire de lo prohibido y lo polémico, quizá sean tus ojos.
O tal vez, pero solo tal vez, es porque somos gente triste y pensamos que podríamos no serlo.

Veneno para el cuerpo, medicina para el alma.

Frío punzo-cortante y luz vacía.
Viento, maestro del boxeo,
me golpea en la cara reclamando mi aliento.

Pensaba en Manuela,
en su olvido,
en el sonido de nuestra última Coca-Cola.

Manuela, aquí.
Manuela sin jardines, entre libros
misterio de ciudades y perfume de los vicios.

Manuela veneno de mi alma,
gloria de mi cuerpo,
Manuela que me dijo que no fuera
y yo que fui corriendo.

La brisa sin Manuela no es la misma.
Es más fresca, más sana, más brisa.
Y yo aquí, luchando contra la migraña de no verla,
me tomo una Coca-Cola por su ausencia de salud.

Veneno para el cuerpo,
medicina para el alma.

sábado, 22 de octubre de 2011

Perfecto radical.

Todo en este mundo es perfectible,
pero recuerdo tu cara y se me hace imposible.
A veces siento que me ahogo en champaña,
o puede que sea en licor de durazno.
No lo sé, nunca tuve gusto fino en el alcohol.

Me di cuenta de que lloro a gritos
cada vez que callo, con piedras en los ojos.
Quiero hacer de plomo mi dorado corazón
para poder hacer ligeras las ideas.
Yo no busco cambiar al mundo, solamente al continente.

Entre los rostros desvencijados por la injusticia,
sus caras que no son, tu cara que lo es todo y mi cara que parece ser,
busco un par de ojos abiertos y labios cerrados
que me dicten lo que debo hacer.
Una idea que no muera aunque la maten.

Justo aquí, en el centro de nada
todo es perfectible.
A lo mejor allá afuera todo es más difícil
o simplemente más hermoso.

jueves, 20 de octubre de 2011

I am waiting for something to go wrong

Hay una cosa que dispara la alarma de una adicta a las relaciones destructivas: que las cosas vayan bien. Por más enfermo que suene, de verdad que es una sensación más rara que la infidelidad, el cinismo y el maltrato.

La ventana dominical.

Todos los domingos Estepantla sale a su ventana y puede ver los tendederos de los vecinos. Mientras observa sus jardines llenos de camelinas y rosas corrientes, respira y piensa en olvidar. Se desconecta del mundo y analiza todos los sonidos como si escuchara el 4:33 de John Cage. Un rumorcito de viento, el goteo de la ropa escurriendo, un camión allá a lo lejos y la respiración de su gato echado en la hierba.
Luego de largas horas de inmovilidad, Estepantla siente los rayos del sol tostarla, darle un poco más de canela al azúcar de su piel. En ese momento entra de nuevo a la casa, decepcionada de que en busca de respuestas lo único que ha encontrado son más preguntas.

Pequeñeces.

Otilia lloraba en el regazo de su madre, mientras esta le acariciaba los cabellos. Lloraba pensando en el dolor de su panza vacía, a falta de maíz. Lloraba pensando en su hijo el Juanillo, que dizque tenía la varicela y el hospital rete lejos y rete caro. Lloraba porque su marido se había ido pa'l otro lado y desde entonces, ni se acordaba que familia tenía. Mientras tanto su madre le acariciaba los cabellos.
-Ya hombre, Otilita- le decía- todo fuera como eso. Ya no llores y agradece lo que tienes. Piensa que allá afuera hay gente que no le fue bien en el examen de español o que no les quisieron comprar el último Nintendo.
Otilia entendió entonces que sí, sus quejas eran pequeñeces. Se levantó y secándose la cara partió a trabajar.

martes, 4 de octubre de 2011

Versos para antes de soñar

no quisiera que te fueras a la tierra de Morfeo sin antes escuchar mis versos,
que son tuyos por derecho y por capricho.
parece ficticio que en la tierra de los témpanos y arpías me sienta flotando en estupor de azúcar.
Tu voz es hierbabuena, tus ojos son de menta y tus labios son el agua que fluye y se refresca, que hierve y me tienta, se reserva y me atormenta.
Como explicarte que soy esa hoja del otoño que se lleva el viento, que consume el fuego. Somos nieve en el verano y de distintos hemisferios, como sol en el invierno, colores de cal y canto.
Mentira con sabor a verdad sin ilusiones, hasta pienso en vendar mis ojos a la bulla del cortejo, mis oídos a la sombra del poseso.
A veces miento cuando digo que te sueño, y que te sueño descalzo y te cuento de la sal y de la arena. A veces digo sin decirlo que en tus brazos me disuelvo y me resuelvo, que me pierdo en el contorno de tu oreja y salvo el aliento en un beso sin malicia, en un paseo sin rumbo, en un pensamiento de futuro lejano.
Si pudiera contarte, si pudiera decirte, si pudiera arrebatarte del destino para soltarte a borbotones estos versos que adivino, no te diría nada. Nada, porque me falta el aire y me sobra la mirada.

lunes, 19 de septiembre de 2011

I don't trust you

A veces me sorprendo de lo vacío que puede estar el mundo.
De lo vacío que puede estar un cuerpo, cuya mente y alma se llenan de complicaciones al punto de quedar de nuevo en la nada. Tanto afán de conseguir un poco de atención que la alejan.

Me pregunto cómo es que debo verlo todo.
Simple. Simple como debería ser.
Ya no quiero darle vueltas a algo que es unidimensional, ya no quiero tratar de librar una batalla que tenía perdida desde mi falta de aptitudes emocionales. Lo que me sorprende es que aún exista. Tanto hablamos de una evolución, y sin embargo ahí está.

Quizás quiero ser psiquiatra para saber identificarlos antes de mezclarme con ellos. Quizás por eso los psiquiatras se vuelven locos. Tanto saben con quien tratan que deciden no tratar con nadie y se terminan por enajenar en su propio mundo.
Hoy fue un día en que particularmente me decepcioné de la gente, porque otra vez, creí que iba a ser diferente.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La plaza del Sol.

Estepantla se sienta por las tardes en la plaza del Sol.
No lo hace por la sombra de sus árboles ni la fama de sus bares,
sino por el aroma de los edificios que la rodean.
Así pasa las horas, observando al mundo que no la ve.
Se hace invisible y su silencio se funde con el murmullo de la fuente.
Estepantla se sienta con sus libros, cuadernos, pinceles y demás cosas que puedan hacerla parecer interesante; tal vez así le llegue el amor.
¡Pobre! No sabe que busca algo inexistente en el lugar equivocado.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Un escorpio llamado Leo

Tengo un amigo que es un escorpio llamado Leo.
Y es irónico.
Igual de irónico que una escorpio que quiere un leo.


domingo, 21 de agosto de 2011

El rencor nunca es la solución.

Dice Bill Gates que la vida es injusta, que te acostumbres.

Más injusto que el hecho de que sea injusto es que el mal siempre es doble. ¿Por qué doble? Porque en la gran mayoría de los casos la persona receptora del mal además de lo que sea que le hayan hecho, carga con la frustración, la impotencia y el famoso rencor.
¡Claro! La solución siempre está en que el susodicho o la susodicha entienda que tiene que perdonar, no guardar rencor, dejar ir y sobretodo darse cuenta de que siempre va a ser así. Sí, siempre que te hagan daño, no va a ver nada que lo detenga ni nada que lo castigue. Al contrario, sólo es un aviso de lo que vendrá el resto de tu vida :)

Sé que no debería estar escribiendo textos emo, pero es que de verdad ya estoy harta. Ni siquiera alcanzo a contar las veces que se han aprovechado de mí. Y no solo gente ajena, los amigos y la familia son los primeros que en cuanto ven que pueden exprimirte, no dudan ni un momento para hacerlo. Les ayudas, los consuelas, dejas de hacer lo que estés haciendo (así tengas que desvelarte toda la noche para ponerte al día con la tarea que interrumpiste, que por cierto, era en equipo pero la harás sola) por ir a salvarlos. Incluso cuando piensas “Ay no, no puedo hacer esto porque fulanito podría sentirse mal“ pero llega su turno y ¡Mangos! qué les importa si lo que deciden te afecta, te hará daño, si es egoísta, ¡Nada! a ellos los beneficia y eso es más que suficiente.

Espero que los que lean esto (si es que alguien alguna vez lee esto) no se lo tomen personal, es solo que ya no aguanto. Alguna vez tuve una banda con malos músicos y dejé que mal-tocaran mis composiciones porque eran mis amigos y ni modo de correrlos. Alguna vez una banda me tuvo a mí, una banda con los mismos amigos, que en cuanto no me salió el ritmo me sacaron, me cambiaron por el wey ese que toca bien padre y ah, se quedaron con mi letra. Alguna vez tuve un amigo al que le di de comer, lo ayudé con su tarea y lo llevé a su casa, el cual contó todas mis confidencias y no titubeó en decirle a mi prospecto que para qué quería andar conmigo, si tan fea que estaba. Alguna vez una chica me contó paso por paso lo que hizo con mi novio y acabando su historia la ayudé con su tarea. Sí, lo sé, eso no es bondad es estupidez, pero hay veces en que no puedes dejar de hacerlo. Así como esas historias tengo miles, y de verdad ya me harté.

Lo peor del caso es que el mal siempre viene doble. Uno tiene una vida dedicada a ayudar a los demás y aguantarte lo que te hagan y entonces... te sacan el apéndice de emergencia. Igual siempre he agradecido al señor no ser una perra maldita, pero como veo las cosas, creo que más valdría serlo.

lunes, 15 de agosto de 2011

Conté hasta tres

¿Qué estarás haciendo ahora?
¿Estarás pensando lo mismo que yo?
Probablemente. Pero probablemente en parte.
Supongo que también piensas en lo que harás, en lo que debes decidir.
La parte que no creo que cuadre es que igual me extrañes y quieras abrazarme, como yo a ti.

Curioso que siempre busque una figura en la que apoyarme.
Curioso que esta vez no quiera que sea nadie más que tú.

sábado, 6 de agosto de 2011

Todos tus aromas son dulces.

Todos tus aromas son dulces.

Lo noto mientras te quedas silenciosa,
con esos dos espejos de pupilas dilatadas.

Todos tus aromas son dulces
y tus labios de canela.

Respiro la luz de tu sonrisa secreta
que escurres en tu cara cuando te tomo de la mano

Callo cuando posas tu vista en tu vientre
tratando de aplacar las mariposas producidas

Y pienso y piensas, ambos sabemos qué pensamos
Pero te beso y callas, nos besamos y callamos.

Todos tus aromas son dulces

Los evoco por las tardes
y me vienen a la mente tu calor y tu recuerdo

La cereza de tu risa, pensamiento mentolado
el elogio a la locura de tu aliento azucarado

Todas tus fragancias son una,
cítricos y luna.
Eres tú de aromas dulces
y sentires etéreos.

jueves, 4 de agosto de 2011

Afirmar y negar

¿Quién puede afirmar o negar?
Afirmar es saber y estar seguro.
Todo lo que puede saberse se divide en partículas
partículas como la luz de sus ojos,
de su voz de infante y su dormir inocente.

¿Quién puede afirmarme o negarme que hay un infierno?
infierno aparece cada día con el sufrir de los ciegos
ciegos que pueden ver y oír
ciegos que pueden hablar, mandar, predicar
incapaces, pobres ellos, de sentir y escuchar.

¿Por qué insistes en enseñarme el camino al cielo?
Si el cielo yo lo veo en estas páginas
en mis sueños desbordados en absurdos
en el frío que sabe a dulce y que calienta
en sus besos de alcanfor.

¿Al final quién puede afirmar o negar?
Si la llama de una vela en su camino al morir
ha derretido el hielo de mis ojos
y vi que todo lo que afirmaron
fue negado por el color del existir


Rosa, como el algodón de azúcar.

Hace poco me propuse ser una persona racional. Dejar de llorar en las series, de emocionarme porque Dr. Chase y Dr. Cameron por fin se van a casar, como si me fueran a invitar a la boda o como si fuera mi amor reprimido el que por fin salió a la luz (que con un dude como Dr. Chase, claro que estaría feliz). Porque con un carácter así de blando, ¿Cómo le iba a hacer frente a la vida?
Pero hoy tuve un día rosa. Sí, rosa como el algodón de azúcar. Aún se me hace increíble como un simple hecho puede desbloquear mi mente musical y hacerme hacer cosas que no hubiera hecho ayer.
Definitivamente, mejor que el alcohol.

martes, 5 de julio de 2011

¿Verde? Otro soneto

---- Hoy, entre mis dudas profesionales y etcétera, leí un tweet que decía: “Inmaduro yo? Que maduren las frutas! Yo por qué?“ Me dio risa, y me dio nostalgia porque llega ese momento en que por más que te aferres, tienes que crecer.

Sin cielo, sin rostro, sin rumbo fijo
¿podrías negar el color de las flores?
Estas noches carecen de cobijo
Y de sueños sus alrededores

Toma la píldora de color rojo
para encerrarnos en nuestra realidad
Tira la llave, asegura el cerrojo
y vayamos en busca de la verdad

Ave sin plumas, la luz sin locura
Tinieblas las nieves de la falsedad
que aguardan los niños aún con piedad

Los verdes tonos de nuestra inocencia
La suerte clara de nuestra demencia
se fueron ya para nunca volver

lunes, 4 de julio de 2011

These faces are what our music looks like

De pronto escuché a lo lejos un molesto sonido conocido. Lo miré ahí sentado, tan hermoso, tan perfecto y todo él para mí.
-Amor, creo que tendremos que dejar todo esto para mañana, tengo que ir a hacer un examen de física.
Entonces le hice caso a mi despertador y me despedí de mi bello sueño para ir a cumplir mi deber estudiantil.


lunes, 6 de junio de 2011

El inevitable número catorce.

Quisiera callar para siempre este querer
pero aunque silencie mis labios te hablarán mis ojos.
En una mirada perdida sabrás comprender
que eres tú el mar de mi lucha y mis antojos.

Ni pudieron los pasados ni podrán los años venideros
ni tampoco las fronteras, hilos de ríos y carreteras,
porque entre todos ellos mi pluma trazará senderos.
Harán que mis palabras te lleguen siempre certeras.

Todas las cartas del mundo, escritas en papiro de los dioses
serían insuficientes para mi mano hambrienta de metáforas
que a su vez no alcanzarían ni con miles de palabras
a escribirme valentía para enviártelas.

Es que es el fantasma de tus labios gruesos
de tus ojos cansados llenos de luz de vela
tu voz haciendo débiles mis huesos
de mis sueños con tu cuerpo a través de la tela.

Quisiera que envolvieras tu sonrisa
en un marco de cristal y de espejismo
para verla siempre, al sentirme en el abismo
y recordar que existes, en otro mundo, en este asincronismo.

¿Mas que le queda a una niña, sino dibujarte en la poesía?
recordarte en el papel, dondequiera, en cualquier clima
Meterme en mi mente para con toda alevosía
Esbozarte con hipérboles y robarte con mi rima


sábado, 4 de junio de 2011

Si pudiera tenerte.

advertencia previa: no lea si no busca empalagarse.

Si pudiera tenerte,
no te devoraría, ni dejaría que el frenesí se apoderara de mis impulsos.
Si pudiera tenerte,
dedicaría mi tiempo a recitarte al oído todas las palabras que he escogido para la ocasión.
No te tomaría ni buscaría retenerte por siempre, no te haría sacar promesas ilusorias ni compromisos de amor.
Si pudiera tenerte dedicaría mis tardes a escucharte hablar de libros, música y filosofías, y de vez en cuando perderme en el movimiento de tus labios, en tu fino aroma de leather jacket, en el timbre grave de tu voz.
Tampoco me andaría con limitaciones del alma, escondiéndome a tus ojos buscando agradarte. Dejaría salir mi luz tan azul como es y dejaría que mi corazón se desbordara al mínimo roce de un beso inocente.
Si pudiera tenerte no sé en realidad qué haría, quizás nada porque creería que sigo soñando.

martes, 31 de mayo de 2011

Ganas de escribir (te) algo bonito

Te prefiero a mis tardes de lectura,
porque en tus ojos encuentro historias donde mi sueño es protagonista.

Hay veces en que el techo deja de ser el techo, para proyectar la película de tu recuerdo.
Hay veces en que la música deja de ser música para convertirse en aire, que viaja y vuela a través de las hojas para llegar como murmullo hasta tu oreja.


Son esos momentos en que sumido en tu belleza cotidiana te detienes un momento y sientes un suspiro.

-¿Oíste algo?- preguntas.
-No- te contestan.

Vuelves a sumirte en lo que hacías presintiendo que dentro de ese suspiro se hallaba música, música que escucha alguien que mira al techo que proyecta tu recuerdo mientras salta de sus tardes de lectura.

Hay veces en que la brisa se detiene a la vista de tu rostro y te contempla. Toma una foto.
Hay veces en que las nubes toman tus respiros como suyos y los convierten en lluvia. Lluvia que amenaza con su canto y se mueve tornándose grisácea de tanto guardarse a sí misma.

Son esos momentos en que caen gotas en mis manos y la brisa me recuerda tu cara.

Siento entonces que si el aire va y te cuenta, si la brisa viene y me muestra, que si la lluvia nos solloza...

... ¿Qué estamos haciendo tú y yo, sin decirnos nada?


Sin duda esto es obra de Chopin.

Pas de réponse

Tinta que corre, que hiere, que ilusiona
tinta de sangre de poeta desahuciado
espejo del ayer que colisiona
con el espíritu de un hombre desalmado.

Esa soy yo
capullo de cerezo
en mieles de atardeceres.

Luz de otoño en mediodía
sin dirección ni sentido
brisa, canto y alegría
cálido y gélido latido

Ese eres tú
con todos tus no's y tus si's
entre las rosas de tus espinas

Gris esencia de materia corpórea
perfumes usados en Francia
incienso en cámara mortuoria
y alma rancia


Eso son ellos
todos ellos que nos miran
que observan el tú y yo

Tú y yo no te diré qué somos
porque somos polvo
porque somos nada.

jueves, 26 de mayo de 2011

Imaginación traidora.

Entró con aire altanero, justo como lo hace siempre, como imaginé que seguiría haciéndolo. Comenzó a tararear una canción de salsa y al encontrarse solo en su habitación hasta practicó algunos pasos. Llegando a su cama se quitó los zapatos y la camisa, se tiró en ella un momento mirando al techo.
Yo estaba sofocada por el esfuerzo de no hacer ruido. De cuando en cuando miraba por la ventana para distraerme, cuidando de no perder de vista su actividad. “Vaya, vaya“ pensé “Así que esta es tu ventana de gatos. Quién diría que después de habérmela descrito tantas veces por teléfono, la conocería de esta manera“ Oí entonces que se levantaba y volví a mi puesto. Sus pasos acompasados, su mano en el interruptor, su mirada de terror y desconcierto al verme en el reflejo del espejo. “Nighty night, love of mine“ dije mientras inyectaba el sedante en su cuello.
Verlo despertar amarrado y amordazado, con esa mirada de pánico en sus ojos fue sencillamente encantador. No pude evitar que una gran sonrisa se dibujara en mi boca mientras sacaba mi estuche de navajas y el cuchillo que compré en el Caribe especialmente para la ocasión. Antes de usar cualquiera de ellas, lo golpeé. Primero una cachetada y luego a puño cerrado en la cara, en el vientre, lo tiré, lo pateé como desquiciada, lo golpeé de nuevo conteniendo el aliento, le grité todo lo que era y lo miré indefenso, agonizando de dolor. Entonces me acerqué a él con el filo de mi cuchillo acariciando su cara. Pasé mi lengua por los labios y le dije “¿Qué se siente estar tan cerca de la muerte, bonito?“
Clavé la punta en su cuello y una gota de sangre empezó a correr lentamente por su piel blanca. Fue cuando lo miré a los ojos. Su mirada suplicaba misericordia, sus ojos se humedecieron y una lágrima cayó por su tierna mejilla y mojó mi mano. Vi su terror al ver la sangre en mi cuchillo, siempre supe que le tenía miedo a perder sangre. Entonces sentí mis ojos humedecerse.
Arrojé el cuchillo contra la pared con un grito de furia y empecé a llorar como nunca lo había hecho. Le quité la mordaza de la boca y con ayuda de una navaja retiré las ataduras. Entonces lo abracé como quien abraza a sus propios demonios y lloré en su pecho por que después de haberlo amado tanto se había dedicado a dejarme llena de heridas. Lloré y me pregunté cómo alguien podía haber sido tan feliz y tan desgraciada por la misma causa, tanto que ni en sueños pudiera hacerle daño.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Agua púrpura

(El nuestro) El mío es un amor bien indescriptible. Un amor que se refleja en ti, por todo lo que representas. A veces me desespera no poderte explicar (ni olvidar).
El nuestro no existe porque no es de ti para mí sino solo de mi para ti. Y en realidad eso tampoco, porque a ti no te conozco. Te voy creando yo misma con el síndrome de Electra.

A veces me pregunto si este cariño es dañino para ambos. El día que lo sea nos sabremos destruidos.

lunes, 23 de mayo de 2011

Gotas (remake)

Un día se cansó de mirar su creación y se acurrucó entre nubes de polvo y gas cósmico. Se puso a reflexionar acerca de lo que había visto en uno de sus planetas. Entonces descubrió un rincón de su mente que no conocía. Pensó en que sabía desde el más recóndito pensamiento de un cajero irrelevante hasta el mecanismo tan complejo del cosmos. Claro, cómo no saberlo. Él lo había creado. Pero él no se había creado a sí mismo y se desconocía. Trató de imaginarse su origen pero recordaba siempre haber existido. Empezó a buscar algún ente superior que pudiera haber sido su autor, pero ni siquiera encontró que hubiera un igual. Entonces se sintió solo. Era ya demasiado extraño que estuviera pensando en todo esto cuando volteó hacia abajo y vio sus manos. Tomó el mundo y miró intermitentemente a los hombres y a su cuerpo. Se observó reflejado en los anillos de Saturno y vio cuán parecidos eran. “A imagen y semejanza”. Cuando creó a los hombres ese era su plan, pero ahora parecía ser la respuesta a su incógnita. Tocó su vientre preguntándose cómo funcionaba su organismo perfecto, si sería parecido a los humanos. Tomó entonces un asteroide afilado y lo deslizó contra su piel lenta pero firmemente. Sangre divina empezó a correr de la herida y voló ligera a través del vacío. Partícula a partícula el universo se tiñó de rojo.

Juan miraba la televisión cuando interrumpieron para pasar un hecho inexplicable. Se asomó a su ventana y vio que era real, las nubes eran rojas y contagiaban el cielo a su paso. Y al igual que él, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirar el mundo pintarse. Juan se tocó el crucifijo que llevaba colgado del cuello y empezó a rezar el Padre Nuestro. Siempre había sido católico, pero nunca había estado seguro. Pero ahora había visto a su Dios. Un dolor de estómago lo hizo estremecerse. Pensó que eran los nervios de estar presenciando un acontecimiento universal, pero al voltear hacia su vientre vio en él la herida que pintaba los cielos.

jueves, 12 de mayo de 2011

Capriccio 24

Tú y yo nos conocimos en el momento equivocado,
como mis padres en el preciso.

Estaba escrito que dentro de muchos años, cuando supieras algo sobre la vida y yo ya no quisiera saber nada de ella, tú y yo nos conoceríamos en un accidente de tráfico. Yo iba, como siempre, distraída. Pensaba en los trabajos que debía entregar al día siguiente, en los problemas de finanzas, en la cita a la que iba tarde. Iba tarareando una canción, cambiando el disco, mirando hacia todas partes, en fin, no iba viendo la calle. Tú, en cambio, ibas tranquilo, pero muy cansado. Recibiste ese día las llamadas rutinarias de la gente que espera que les resuelvas la vida. Escuchabas música clásica, pero al final la cambiaste por esas canciones tan melosas que te encantan y que escuchas en soledad. Entonces tu carro blanco impecable, oliendo a desodorante de pino, se estampó contra mi coche rojo escandaloso cuya cajuela estaba llena de obras de arte, libros, ropa y artículos excéntricos. Nos bajamos tratando de controlar el enojo, llamamos a los aseguradores, nos hablamos con cordial antipatía, esperamos una hora la llegada de los técnicos, nos desesperamos, nos tranquilizamos, intercambiamos teléfonos y miradas. Una semana después ahí estabas, preguntando que cuánto me cuesta un diseño, es para mi escuela, tú sabes, como me dijiste que trabajabas de artista pues vine a ver cuánto me cobrabas. De ahí nos agarramos, ahora que vine a ver que cómo está tu escuela, porque mi sobrino quiere inscribirse aquí y pues como supe que eras el director, sí mi sobrino, porque yo hijos no tengo, no pues sí, está muy bien, yo le digo que venga a hacer el examen y un gusto en saludarte. Luego pasó a ser más como que te invito un café, y yo que cómo crees, y tú que sí total somos amigos, bueno, un besito de despedida, que empieza por ser al aire, pasa por la mejilla y termina en los labios por error, una de esas noches de platicar del clima, mira nada más, y que si no quieres pasar, y ya nos sabemos el final.

Tú y yo íbamos a negar que era serio, nos juraríamos que era pasajero. Tú y yo empezaríamos por el es que no, mi vida, esto no puede ser, ya estamos grandecitos para estas cosas, y que mira nuestros mundos tan diferentes, tú en tus ondas esas de arte y a mí solo me importan mis muchachos, esto no pinta para bien, pero no, tampoco te me vayas, sí bésame, pero poquito. Así empezaríamos para terminar en el te quiero para siempre que se dicen las parejas cuando están medio modorras, parejas como nosotros, miedosas del “te amo“, diciendo que cuando quieras irte ahí está la puerta, pero sabiendo por dentro que no te vas, que te quedas y de paso me abrazas por aquello del frío. Tú y yo que creímos que nunca dejaríamos descendencia tendríamos una niña, chiquita, bonita y frágil, tímida y soñadora, que un día crecería y nos dejaría impactados con esa carrera rara que quiso y que nos haría sentirnos viejos cuando terminara la universidad.

Todo, todo eso íbamos a ser tú y yo.

Pero no. En vez de que en ese destino paralelo nos riéramos juntos de todas las veces que pasamos el uno al lado del otro y nunca supimos quienes éramos, en vez de que platicáramos acerca de una vez que tropecé con alguien igualita a ti en el centro cuando era joven, ¡No me digas, si sí era yo!, en vez de eso, en vez de eso lo arruinamos todo.

Aquel día cuando tropezaste conmigo en el centro y que pudimos ignorarnos, te pregunté tu nombre en el último segundo. Hasta ahora me doy cuenta de que no estábamos preparados para conocernos, pero que ya lo hicimos, que ya no tiene caso que choquemos en un crucero a la hora pico, que no vas a invitarme un café y que el día en que mi sobrino quiera una buena escuela y yo lo lleve a conocer la tuya, no habrá más que una sonrisa ligera de viejos conocidos.

lunes, 9 de mayo de 2011

El sueño de Alonso.

Soñé que estaba en un cuarto de hospital, que al mismo tiempo era un convento y la escuela. Yo estaba en una camilla, con una botella de suero conectada a mi brazo. Entonces desconectaba el suero e inmediatamente sentía sangre brotar por todas partes. De mi nariz, de mi boca, de la herida del suero y de las heridas que alguna vez hubo en mi muñeca izquierda. Incluso sentía su temperatura tibia y su densidad recorriendo mi piel, su aroma particular y su sabor a fierro. Cabe mencionar que como nunca sangro, el verme llena de ese líquido por doquier me causó pánico. La enfermera entró en la habitación y al verme yo esperaba que se asustara y me atendiera, pero más bien dijo con voz cansada y llena de asco: -Ve por unas sábanas limpias.
Fui por los pasillos buscando un almacén de sábanas, tratando de detener el flujo sanguíneo. Detrás de mí iba dejando un camino rojo en el impecable piso blanco del lugar. Al pasar por una puerta pude ver una clase (porque recordemos que el lugar era la escuela al mismo tiempo). Vi a Gerardo y a Dubhe poniéndole atención a René, y había varios más sentados que supongo eran LADs también. Pero todos eran pálidos, como cadáveres.
Fue en ese pasillo que me encontré a Alonso. Calmado, me dijo:
-No quiero entrar a biología, aunque van a ver una película. ¿Te la salas conmigo?
-No por favor, no me mires, no me mires- dije tratando de limpiar con la bata que traía toda la sangre que seguía escurriendo.
-Pues te ves algo cansada y demacrada, pero normal. ¿Por qué no quieres que te vea?
Sentía mi nariz escurrir y al limpiarla con mi mano la veía llena de sangre. Pero volteé y vi mi reflejo en la ventana de la puerta del salón y me di cuenta de que no tenía nada.
-¿Y tú qué haces afuera?- me preguntó Alonso
-Buscaba el almacén de sábanas- respondí- pero en realidad tengo ganas de tirarme por la ventana.
Le conté que hacía muchas noches que soñaba con una gran ventana de cristal delgado, por la que yo saltaba y al estrellarme contra ella no había nada que amara más que el sonido de la ruptura y los miles de cristales encajándose en mi piel.
-No, no saltes- me dijo tranquilo, como si todos los días las personas desearan suicidarse- no entraré a biología. Mejor ven conmigo.
-No tengo fuerzas.
-Yo te llevo.
Alonso me llevó en sus brazos a través de los pasillos del hospital, que estaban llenos de espejos. Lo curioso es que en cada espejo me veía de forma diferente. En algunos me veía con la piel extremadamente oscura, del color de la caoba. En otro me veía inmensa, como un elefante. Pero los que más me impactaron fueron: uno donde me veía blanca, delgada y casi sin cabello, como si llevara ya algunos días en la morgue. Otro donde estaba empapada, pero no en agua sino en un líquido amarillo y lo chorreaba. Y el último, donde me veía toda llena de sangre y heridas, con millones de cristales por todo mi cuerpo. Al pasar por este último, recuerdo que abracé a Alonso con tanta fuerza que casi lo hago perder el equilibrio y le dije:
-¡Mírame! ¡mírame! ¡Es que ya salté! ¡Ya salté! ¡Ya salté y tú no lo evitaste! ¡No me salvaste y ahora estoy deshecha llena de cristal!
-Tranquila, ya casi llegamos. Ya casi
Por fin llegamos a un pasillo donde había muchas enfermeras yendo de un lado a otro. En el centro había una puerta de madera blanca, simple y vieja. Entramos sin que nadie nos notara. Dentro había una sencilla escalera de cemento que terminaba en una puerta negra de hierro. En el descanso un gran ventanal por donde entraba la luz del mediodía. Alonso se sentó en el descanso casi al lado del ventanal, aún conmigo en brazos.
-Nos van a encontrar- dije.
-No- me dijo quitándome el cabello de la cara- aquí nunca vienen. Ya se han muerto varios.
Al voltear a ver la ventana podía sentir las náuseas terribles y el miedo irracional propios de una fobia. Pero al mismo tiempo sentía la ansiedad y ganas incontrolables de saltar a través de ella y encajarme el cristal. Me aferré a Alonso con tanta fuerza que jalaba su camisa y escondía mi cara en su pecho.
-¡Le tengo miedo a la ventana!- le dije
-No te hará daño si no la tocas. Solo siente la luz que se filtra y te calienta.
-¿Qué hay del otro lado de la puerta?
-Hagas lo que hagas no intentes abrirla. Y reza porque no se abra sola.
-¿Qué haremos ahora?
-Tú quédate conmigo para siempre. Puede que con mis palabras te duermas e hipnotices.
Volví a ver la sangre que escurría sobre todo de mi nariz y manchaba su camisa y mi bata. Me acomodé en su regazo y cerré los ojos.
-Está bien- susurré- pero no me dejes. No me dejes, no me dejes, no me dejes, no me dejes....

domingo, 8 de mayo de 2011

No tengo tiempo

Odio que la gente me diga que no tiene tiempo de verme.
Lo odio porque a mí se me hace increíble, aunque trate de hacer conciencia de que hay gente que de verdad carece de ello. Lo detesto sobre todo porque, el león cree que todos son de su condición, y a veces, cuando tengo muchas ganas de ver a alguien, casi casi que creo el tiempo.
Y es que teniendo una saturación de clases cocurriculares (puestas a propósito dentro del horario para no tener tiempo de deprimirme), tareas pendientes dejadas al último y una mamá estricta que no me quiere fuera de casa después de las nueve y en general en fines de semana, el día que se me antoje ver a alguien veré que si acelero la realización de mis tareas, muevo esto para acá, entro a dibujo a las cuatro, y ¡Voilá! Te veo a las 6 en el centro.
Hay veces, sí, me declaro culpable, que le digo a alguien que no tengo tiempo de verlo. Debo confesar que cuando eso sucede, hay que intercambiar la palabra “tiempo“ por “humor“, o “permiso“, porque también a veces ya ni siquiera lo pido para evitarme el discurso maternal que de todos modos significa que no puedo salir.
Entonces, me imagino que cuando alguien me dice luego de varios intentos que no tiene “tiempo“ es porque simplemente no le complace mi compañía. Realmente espero estar equivocada y que la ausencia de esa magnitud fundamental sea, en efecto, relativa.


miércoles, 4 de mayo de 2011

Lo que hice mal

Lo que hice mal fue soñar.
-Soñar que su sí aplicaba para todos los aspectos de la vida.
-Soñar que una platica de comprensión y buenas intenciones bastaban para borrar todo un pasado lleno de envidias, traiciones y malos pensamientos.
-Soñar que éramos más fuertes que la distancia, el tiempo y las diferencias de nuestros mundos.
-Soñar que los esfuerzos servían de algo
-Soñar que eras algo mejor de lo que parecías.
-Soñar que era posible cualquier cosa que me propusiera.
-Soñar que cuando me dijiste que me ibas a extrañar lo decías en serio
-Soñar que podías ser... no! no eras... pero tú, tú podías ser... no! obvio no eras... pero tú...
Lo que hice mal, lo que hago mal, es soñar tanto, despegar sin regresar, creer sin ver.
Lo que hago mal es no aprender.
Lo que hago mal es seguir teniendo los mismos sueños, o pesadillas, una y otra vez.

sábado, 30 de abril de 2011

El hecho de que puedes desaparecer

Eso es lo que me agrada de ti. Que en sí, podrías irte en cuanto quisieras y bastarían instantes para que mi vida volviera a ser como antes. Que podría no volverte a ver sin cambios radicales. El problema es que llegué al punto en el que espero que eso no suceda, y trato de encontrar la paciencia que no tengo para que en cuanto llegues darte una razón para quedarte.

lunes, 25 de abril de 2011

fotos de ti

Ay caray. ¿Por qué no tienes más fotos de ti mismo en las redes sociales? Harías mi trabajo mucho más sencillo.

domingo, 24 de abril de 2011

una habitación vacía

Una habitación vacía.
Esté donde esté, pero fría.
Estepa con aire de páramo abandonado,
el sur con su clima seco humedecido.

Imagino tus ojos de selva
ojos de ceiba, ojos de jaguar,
que se que me miran y me piensan
desde tu propia habitación vacía.

Altar de una sola vela,
espíritus que vuelan por las carreteras
Mis brazos con piel de gallina
resienten tu ausencia soledad

Palabras en lenguas olvidadas
me llevan hasta la habitación vacía
los ecos de tu silencio,
que retumban y me rompen los tímpanos

Tu alma siendo hecha de pura seda,
tu alma es una habitación vacía.
Vacía de mí, vacía de mis llantos,
Vacía de mi vida que se me va y no te llega

Dime tú, ojos de río
¿De qué me sirve tanto desvarío,
si el resultado sigue siendo igual?

sábado, 23 de abril de 2011

Cuando todo sale mal

---30 minutos es suficiente para comprobar lo que ya sé pero aún trato de justificar---

Quise hacer una pausa en mis escritos wannabe literarios para escribir, como una quinceañera con blog, acerca de mi vida y mi sentimiento actual.
Lo que ocurre es que soy incapaz de no involucrarme. Me es imposible separar las cosas, cerrar mi corazón, controlar mis emociones y tomarme la vida más a la ligera. Me pasa en todo. Desde una tontería, la escuela, un amigo, cualquier cosa es suficiente para que me sumerja en sentimientos, me aferre a las cosas y lo tenga todo por querido, por mío y por seguro.

Ahora es eso. Pero pudo haber sido cualquier otra cosa. Desde las lágrimas de patriotismo sin sentido hasta el sentimiento tan intenso y profundo provocado en un encuentro brevísimo sin nombre ni antecedentes. Ahora es eso. Es el hecho de que me juré jugar y en su lugar me encuentro con que mi maldita imaginación va más rápido que los hechos, más rápido que la lógica o mejor dicho la ilógica del amor, más rápido incluso que sí misma cuando trato de imaginar todo lo que podría salir mal, y que en efecto sale mal.

Porque sí, todo sale mal. Planeo un tiempo y me excedo. Planeo una superficialidad y me hundo. Planeo no planear y desobedezco.

Ahora que siento que acaba y aún no empieza, sólo puedo decir, maldita imaginación.

Desde que existes

Desde que tú existes cambió mi forma de medir el tiempo. De forma que ahora en vez de días, años y minutos existen instantes en que tu sonrisa hace que el entorno se acelere. Muchas veces en que tu respiración lo detuvo todo al detenerse. Semanas que en vez de semanas sólo fueron la eternidad o dicho las eternidades de tu ausencia.
Desde que tú existes me dicen mañana y para mí mañana parece el lejano universo en que no estarás. Me platican del ayer, de fechas, que si el año antepasado o el 14 de abril, y no encuentro calendario que me refiera a tales acontecimientos, puesto que mi tiempo empieza desde que me existes.
Desde que tú existes no existe más ahora que contigo.

domingo, 10 de abril de 2011

Le Faus

Tú eres un ente de la imaginación de una niña que dibuja en una escuela de monjas.
Eres tenebrismo puro, llenándote de sombras enigmáticas y apareciendo luz donde no la había. La música de un loco como Paganini mezclado con la inteligencia de Mozart y el delicado canto de Debussy.
A veces mientras pienso en cosas que no te piensan, surges como idea, como risa, como la canela de un pastel que no me cocinan.
He de confesar que tu existencia es uno de mis enigmas. Tienes en tus manos la improbabilidad y la certeza de verme caer y acertar como si fueran igual. Una constante dentro de la ecuación de mis arrebatos, una gota de almizcle que se volatiliza con la brisa marina.
Y de verdad podría sacar millones de metáforas, podría inventarme retórica para describirte, pero todo se convertiría un circunloquio de lo ya dicho.
Aquí la premisa es que te quiero y ya.

lunes, 21 de marzo de 2011

Poema para una idea

El otro día Cupido me dio un flechazo. Así a la brava. Simplemente vi un dude, cantante de un trío, de esos que van por los restaurantes pidiendo moneditas y dije OMG me caso! De que me caso, me caso, dije. Pasado el momento dije ok, igual y no me caso, pero bueno, fue agradable imaginar toda la historia novelesca de un amor por cartas y todo el show, y hasta acabé con mi poesía barata de siempre. Ahí les va el soneto de... llamémosle el chico de la voz de ángel y los hoyitos al sonreír.


Quisiera soñar siempre tu figura
Que nunca te vayas de mi memoria
Que aunque ni exista tu suave hermosura
Se teja en mi mente nuestra historia

Ojalá te decidas a escribirme
Para darle rienda suelta a mi pluma
Y si tu corazón quiere seguirme
Mostrarle caminos hechos de espuma

Tienes el encanto de un ruiseñor
Y la mirada de un gato negro
razón suficiente para darte mi amor

Un segundo de ti para escribirte
Una idea fabricada para pensar
y un puñado de sueños para volar

jueves, 17 de marzo de 2011

Llamar y colgar.

Llamar y colgar es algo que muchas adolescentes hacen cuando les gusta algún chico. Yo siempre pensé que era uno de los síntomas más estúpidos del enamoramiento.

Ahora tengo unas ganas desesperadas de llamar y colgar. Solo oírte decir “bueno?“ y soñar con tu voz el resto del día. O mejor aún, cómo me gustaría que llamaras y colgaras, aunque sea por accidente, tu teléfono marcó solo mi número. Entonces tendría un pretexto para devolverte la llamada y preguntarte “¿Qué ocurre?“ y de paso alargar un poco la conversación.

Creo que son estos extraños deseos los que me hacen pensar que tener un teléfono es lo peor que una puede hacer en estos casos.

domingo, 16 de enero de 2011

vida en ámbar

Cuando entré, ella estaba sumergida en la bañera. Cerré la puerta para que no le entrara brisa y me acerqué para contemplarla. Su cuerpo perfecto era distorsionado por el efecto del agua y su cabello negro también danzaba en el líquido.
-Parece que te has quedado dormida, mi amor- dije con dulzura. Entonces me incliné sobre ella y traté de despertarla con un beso, pero al tocar sus labios me di cuenta de que estaba fría como el acero. Le di algunas palmadas en la cara y luego sumergí su cabeza completa para comprobar que ya no respiraba.
-¡Carajo!- grité- ¡Lo hizo de nuevo!
Busqué entonces a mi alrededor y hallé la respuesta a los pies de la tina en un pequeño frasco vacío. Lo levanté, leí la etiqueta y solté una risita irónica
-¿Veneno mi amor? ¿En serio?
Por un momento sentí una ternura efímera ante el patético suicidio de mi esposa, pero luego me encontré de nuevo molesto y decidí que lo mejor era tomar una siesta.
Al salir ni siquiera me tomé la molestia de sacarla de la bañera y sólo volteé para decirle
-para que te arrugues un poquito más.

Estaba tirado en la cama sólo observando las molduras del techo. Por más que intenté no pude dormir, a pesar de estar acostumbrado, su carita muerta llena de desdicha me llenaba la mente. Me puse a recordar entonces cómo fue que pasó todo esto, cuando fue el principio de nuestras vidas en constante tragedia.

Fue hace ya varios años, yo era un joven de 20 años lleno de carisma y amor por la vida. Como mi familia tenía una buena economía y yo era buen estudiante, me fui de intercambio durante un año a estudiar a Estambul, en Turquía.
Un día mientras paseaba por los alrededores, la vi entre la multitud. Radiante como ninguna que hubiera visto antes, su piel morena brillaba con luz propia y su cabello negro recogido en una trenza enmarcaba sus ojos occidentales. Tenía puesto un vestido de colores y antes de que me diera cuenta de que había caído en el embelesamiento, vi que ella también me sonreía.
Me acerqué para hablarle y ella se alejó con coquetería. Me fui siguiéndola durante varias calles, ella volteaba de repente para dirigirme más sonrisas y picarme más en nuestro juego secreto. Al llegar a la plaza ella se detuvo y encontré mi oportunidad para preguntarle su nombre, pero antes de que la abordara, un señor de edad avanzada se abrió paso entre la multitud y la tomó del brazo

-¿Dónde te habías metido? Te dije claramente que no salieras de la casa, pero es imposible confiar en ti.

Forcejearon un rato y puedo decir que nunca había visto un padre más cruel. Ella intentó decirle que no quería regresar a su casa, pero él se enojó y la abofeteó en frente de toda la gente de la plaza. Por un momento pensé en meterme a defenderla, pero más tardé en reaccionar que ellos en desaparecer.

A partir de ese día no dejé de pensar en ella ni un segundo. Se aparecía en mis sueños, en mis desvaríos y en mis planes a futuro. Traté de encontrarla por todos los medios posibles, pero lo único que pude averiguar fue lo que ya sabía, que su padre no la dejaba salir nunca a la calle.
6 meses después, cuando yo ya me había resignado a su recuerdo como una simple ilusión de juventud, llegó como lluvia en la sequía. Estábamos en una lectura al aire libre, mi profesor de filosofía nos hablaba del misterio de las almas, cuando sentí una mano apoyarse en mi hombro.

-¿Sabía usted, mi estimado caballero, que yo poseo el alma más pura del mundo?

Reconocí la voz grave y acompasada del hombre que había gritado en la plaza. Me volví para responderle: -Con todo respeto señor, yo no creo que un hombre que encierra y tortura a su hija pueda tener el alma más pura del mundo

De cerca pude observar su sonrisa. En su tiempo debió ser un hombre atractivo, pero los años lo habían consumido.

-Nunca dije que fuera la mía propia- observó sonriendo - dije que la poseo.

Me pidió que lo acompañara afuera y sacó de entre su abrigo una misteriosa caja de madera. La abrió con mucho cuidado y pude observar que contenía un frasco con un líquido amarillo, un brazalete dorado y una esfera de cristal. Al observar la esfera, no cupo en mí el asombro al ver a la joven dormida dentro de ella!

-Se me había olvidado decirle- mencionó el hombre- que no es mi hija. Es mi esposa

Me explicó entonces que la muchacha que yo había seguido por las calles de Estambul no era humana. En realidad nadie sabía lo que era, pero todos se limitaban a admirar su belleza y su pureza de espíritu. Contaba la leyenda que su primer dueño la robó directamente del vientre de una estrella y ahora pasaba de vida en vida con el único objeto de hacer felices a los hombres

-Verá- me dijo- yo soy muy viejo ya, ella en cambio es inmortal, nunca envejece. Llevo toda una vida intentando sin éxito que me amara, y ahora ya no tiene sentido. Ví como lo miraba aquél día en la plaza, y decidí que era el indicado para cuidarla

El líquido amarillo era un elixir que la devolvía a la vida en caso de que muriera o enfermara. El brazalete era una unión poderosa que me permitiría encontrarla dondequiera que estuviese y la esfera podía contenerla en caso de que se hallara en peligro.

Aún confundido por la extraña situación, acepté el obsequio y vi al hombre alejarse por el pasillo. Por un momento tuve una sensación de irrealidad, como de estar sumergido en el más absurdo de los sueños. Pero luego que pasara esa sensación, me di cuenta de que tenía en mis manos al objeto de mis ilusiones y me sentí el hombre más afortunado del planeta.
Al abrir la esfera ella apareció ante mí entre destellos de luz. Fue muy claro que no esperaba verme, porque al abrir los ojos arrojó sus brazos a mi cuello y rompió en llanto. Me di cuenta de que todo esto era obra del destino y dispuse todo para que nos casaramos al instante.

El tiempo que vivimos ahí fue un poco complicado. Ella era la mejor esposa del planeta. Se esforzaba por atenderme como si viviera sólo para mi, mantenía la casa en orden y era la envidia de las otras con su inigualable hermosura. Pero en mi interior yo sabía que no era feliz.
Más de una vez la caché llorando en los rincones y muchas veces enfermó de la tristeza. Lo único bueno era que bastaba con una gota del extraño líquido que me dieron con ella para que sanara, pero me partía el corazón verla así.

En ese momento me decidí a hacer todo lo posible por darle la vida que ella merecía. A costa de duro trabajo y sacrificios, fui escalando en el ámbito laboral hasta lograr el suficiente dinero para tener una vida de comodidades. Le compré un departamento en París, con vista a la torre Eiffel, la vestí con la última moda e incluso le compré un coche para su uso personal.
Realmente esperaba que actuara como el resto de las mujeres del mundo y enloqueciera de felicidad.

Ocurrió todo lo contrario.

A medida que pasaba el tiempo, y mientras más me esforzaba en ser el marido perfecto, peores eran sus arranques de tristeza. La llevé a cenar a los mejores lugares de París, le regalé flores, le llevé serenata y le dejé notas en la almohada. Ella se aventó de la torre Eiffel, se arrojó a las vías del metro, chocó su auto y se cortó las muñecas. Cada nuevo atentado, bastaba una gota para que reviviera y me encontrara llorando desesperado sin saber que hacer con ella. Entonces me pedía perdón y me prometía no volverlo a hacer. La abrazaba y mientras se quedaba dormida me cuestionaba noche tras noche de insomnio qué es lo que estaba haciendo mal.

Pasó que una noche, cuando ya llevábamos poco más de un año sin incidentes, encontré mi casa llena de patrullas de la policía. Los vecinos me avisaron que habían escuchado balazos en mi departamento y llamaron a las autoridades.
Me costó trabajo convencerlos de que seguramente se lo habían imaginado y que por favor se fueran de mi casa. Al entrar, encontré toda mi habitación con charcos de sangre, ella, tendida en el piso y el arma en su mano.
Tranquilamente saqué el frasco de su escondite y le mojé los labios. No tardó ni un minuto en despertar, cuando la desesperación se apoderó de mi y caí de rodillas a sus pies

-¿Por qué? ¡¿Por qué?!- grité entre las lágrimas -Me esfuerzo día a día con darte lo mejor de mi, con que te sientas amada, y tú sigues haciéndome sufrir, llenando mis noches de pesadillas y mis días de desconcierto. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué es eso que no te he dado?

-Libertad- me contestó con voz serena

-Sabes que puedes ir y venir a tu antojo- contesté

-Libertad, sin ti- respondió ella

Comprendí entonces que nada tenía yo que ver con sus constantes desórdenes emocionales. Recordé todos los estudios sobre la mente humana que alguna vez me hicieron leer en la universidad y me enternecí de forma paternal ante sus necesidades.

Al día siguiente le regalé un viaje a centroamérica, sola, para que pudiera ir y encontrarse a sí misma. Le facilité tarjetas de crédito, le dije que tenía total libertad y que nos veríamos en 3 meses. Pero por si se diera cualquier cosa, le puse el brazalete para poder encontrarla.
Cuando partió me sentí nostálgico, pero feliz finalmente de hacer algo por ella. Pasó un mes, pasó otro, y el tercero vino sin que lo notara.
Corrí al aeropuerto y monté guardia para abrazarla en su llegada, incluso compré flores e hice una reservación para llevarla esa noche a cenar. Pero no llegó en el vuelo previsto. Llamé al hotel donde se hospedaba y me dijeron que hacía un mes había dejado la habitación y no la habían vuelto a ver.
Preocupado, partí para centroamérica en el vuelo siguiente y guiándome sólo por el instinto del brazalete, llegué hasta los barrios bajos de Colombia y entré temiendo lo peor en una de las casas. La encontré dormida en un dormitorio que daba lástima sólo de verlo y la desperté:
-¡Por Dios mi vida! ¿Cómo se me pudo ocurrir dejarte sola en lugares como este? ¿Qué te han hecho? ¿Te han dañado? Dime y te juro que...

-¿Qué demonios haces aquí?- preguntó ella

-Vine a rescatarte. No tienes idea de lo preocupado que estaba, ahora agarra tus cosas y vámonos antes de que...

-Estoy aquí por voluntad propia. Porque quiero. Por amor

-¿Amor?

Me contó que en cuanto llegó a Colombia conoció a alguien. Un repartidor de refrescos que le robó el corazón. Se enamoró de él, dejó los lujosos hoteles para irse a vivir a un cuarto de vecindad. No supe si me dolió más la traición o el deshonor.

-¡¿Amor?! ¡¿Amor por un repartidor de refrescos colombiano?! ¡Amor es el que yo te he dado a ti! ¡Amor es el que sentimos aquél día en Estambul y amor es el que seguiremos sintiendo en cuanto...

-¡Yo nunca sentí amor por ti!- gritó - ¡Sólo quería que me liberaras del anterior, al igual que él me liberó del hombre antes que él, y así ha sido siempre! ¡¿No puedes comprender que esto es esclavitud, y no amor?!

Entre nuestros gritos y nuestras lanzas de palabras hirientes, apareció el dichoso repartidor. Inmediatamente supo quién era yo y la razón de que estuviera ahí. Se me dejó ir a golpes entre gritos de mi mujer, soltando improperios en su idioma. Me estremezco sólo de recordar lo que sucedió a continuación.
Mientras seguía golpeándome temí que fuera a matarme, y en dos movimientos saqué el arma que siempre traía conmigo y le disparé directo al corazón. Al estruendo le siguió un silencio sepulcral. Ella me miró con los ojos hinchados y corrió también a abalanzárseme. Sin pensarlo dos veces, también le disparé.

La próxima vez que la reviví con las gotas de color de ámbar y vi su mirada regresar a la vida, ya vivíamos en California. Después del episodio en Colombia creí que nos haría bien un completo cambio de aires y quizás, sólo quizás, algún día podríamos vivir como un matrimonio de verdad. A pesar de que le compré una mansión donde la sueñan todas las jovencitas del mundo, y de que seguí siendo tan atento como el primer día, nunca olvidó sus rencores.
Duró meses sin dirigirme la palabra, y después se resignó a su vida. Con suicidios periódicos, y constantes visitas al frasco de la vida, logramos después de todo ser estables.

Hasta hoy. Hoy que ya llevábamos cerca de 3 años sin incidentes, la encuentro envenenada en la bañera. Me doy cuenta de que no he tomado una siesta y decido ir a seguir con la rutina. La saco, la seco y la visto, me detengo un momento a contemplarla. Después de todos estos años y todo lo que ha pasado, sigue igual de bella. Abro la alacena debajo del lavabo y tomo el frasco de la vida. Pero al levantarme echo un vistazo en el espejo. No soy el mismo. Las canas ya se asoman en lo que me queda de cabello y las arrugas invaden mi rostro. Soy viejo, y pasé toda mi vida intentando que me amara, obligándola a vivir. Miro el frasco de nuevo en mis manos y con lágrimas recorriendo mis mejillas, lo arrojo a la basura.

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Epílogo.
Querida:
De niño mi abuela me trajo un libro de cuentos rusos, y al ver las ilustraciones me di cuenta de que cuando muriera, me gustaría morir aquí. Justo mientras escribo esta carta estoy frente a San Basilio y me doy cuenta de que en persona en aún más emocionante que en los libros. Ahora que estás muerta y que la vida está muy lejos de tu alcance, pensé como último obsequio de mi parte traerte a morir aquí. Sé que no leerás esto por obvias razones, pero quería escribirlo de cualquier modo. Enterraré tu esfera junto con esta carta en la nieve del campo, esperando nadie la encuentre jamás. Aún hay muchas cosas por decir, pero supongo que es mejor de una vez por todas dejarte ir. Buen viaje, estés donde estés.
Con amor,

John.