sábado, 22 de octubre de 2011

Perfecto radical.

Todo en este mundo es perfectible,
pero recuerdo tu cara y se me hace imposible.
A veces siento que me ahogo en champaña,
o puede que sea en licor de durazno.
No lo sé, nunca tuve gusto fino en el alcohol.

Me di cuenta de que lloro a gritos
cada vez que callo, con piedras en los ojos.
Quiero hacer de plomo mi dorado corazón
para poder hacer ligeras las ideas.
Yo no busco cambiar al mundo, solamente al continente.

Entre los rostros desvencijados por la injusticia,
sus caras que no son, tu cara que lo es todo y mi cara que parece ser,
busco un par de ojos abiertos y labios cerrados
que me dicten lo que debo hacer.
Una idea que no muera aunque la maten.

Justo aquí, en el centro de nada
todo es perfectible.
A lo mejor allá afuera todo es más difícil
o simplemente más hermoso.

jueves, 20 de octubre de 2011

I am waiting for something to go wrong

Hay una cosa que dispara la alarma de una adicta a las relaciones destructivas: que las cosas vayan bien. Por más enfermo que suene, de verdad que es una sensación más rara que la infidelidad, el cinismo y el maltrato.

La ventana dominical.

Todos los domingos Estepantla sale a su ventana y puede ver los tendederos de los vecinos. Mientras observa sus jardines llenos de camelinas y rosas corrientes, respira y piensa en olvidar. Se desconecta del mundo y analiza todos los sonidos como si escuchara el 4:33 de John Cage. Un rumorcito de viento, el goteo de la ropa escurriendo, un camión allá a lo lejos y la respiración de su gato echado en la hierba.
Luego de largas horas de inmovilidad, Estepantla siente los rayos del sol tostarla, darle un poco más de canela al azúcar de su piel. En ese momento entra de nuevo a la casa, decepcionada de que en busca de respuestas lo único que ha encontrado son más preguntas.

Pequeñeces.

Otilia lloraba en el regazo de su madre, mientras esta le acariciaba los cabellos. Lloraba pensando en el dolor de su panza vacía, a falta de maíz. Lloraba pensando en su hijo el Juanillo, que dizque tenía la varicela y el hospital rete lejos y rete caro. Lloraba porque su marido se había ido pa'l otro lado y desde entonces, ni se acordaba que familia tenía. Mientras tanto su madre le acariciaba los cabellos.
-Ya hombre, Otilita- le decía- todo fuera como eso. Ya no llores y agradece lo que tienes. Piensa que allá afuera hay gente que no le fue bien en el examen de español o que no les quisieron comprar el último Nintendo.
Otilia entendió entonces que sí, sus quejas eran pequeñeces. Se levantó y secándose la cara partió a trabajar.

martes, 4 de octubre de 2011

Versos para antes de soñar

no quisiera que te fueras a la tierra de Morfeo sin antes escuchar mis versos,
que son tuyos por derecho y por capricho.
parece ficticio que en la tierra de los témpanos y arpías me sienta flotando en estupor de azúcar.
Tu voz es hierbabuena, tus ojos son de menta y tus labios son el agua que fluye y se refresca, que hierve y me tienta, se reserva y me atormenta.
Como explicarte que soy esa hoja del otoño que se lleva el viento, que consume el fuego. Somos nieve en el verano y de distintos hemisferios, como sol en el invierno, colores de cal y canto.
Mentira con sabor a verdad sin ilusiones, hasta pienso en vendar mis ojos a la bulla del cortejo, mis oídos a la sombra del poseso.
A veces miento cuando digo que te sueño, y que te sueño descalzo y te cuento de la sal y de la arena. A veces digo sin decirlo que en tus brazos me disuelvo y me resuelvo, que me pierdo en el contorno de tu oreja y salvo el aliento en un beso sin malicia, en un paseo sin rumbo, en un pensamiento de futuro lejano.
Si pudiera contarte, si pudiera decirte, si pudiera arrebatarte del destino para soltarte a borbotones estos versos que adivino, no te diría nada. Nada, porque me falta el aire y me sobra la mirada.