sábado, 18 de febrero de 2012

Una canción en mayo.

Quiero decirte, amor, que las palabras lo son todo.
Las palabras me evocan el sabor del dulce de leche,
la sensación de la lluvia en la espalda
o la frescura de tu cuerpo en la mañana.

Las palabras, mi vida, se vomitan
como si hiciera daño guardarlas.
Se lanzan indiscriminadas contra el primer transeúnte,
se arrojan apasionadas en nombre de las emociones.

Pocos somos los escultores de la poesía, mi musa.
Combatimos los torrentes literarios y amasamos figuras de hielo,
versos filtrados que se atreven apenas a rozar tu rostro
Trozos de viento delicado que intentan irradiarte mi locura.

Es por eso, mi amor, que las palabras lo son todo.
Todo, excepto mi valor de en tu presencia pronunciarlas.

La gran ciudad

¡Tiempo! ¡Si lo que sobra es tiempo de mirar correr!

Ojos me faltan para encontrarle enfoque,

ojos… y labios para encontrarle amor.

En esta ciudad que lo tiene todo,

que no falta el hambre, la prisa,

la lluvia y el calor;

En esta ciudad en la que me diluyo

y se diluye el sol, en que lo mismo da

un discurso político que dulces de alfajor;

en esta ciudad que lo tiene todo

y de noche le sobra luz...

¡A mí lo que me sobra es tiempo!

Tiempo de mirar correr, que si faltara más

hasta podríamos vernos caminar.

Brujerías

Te pienso como cadáver de olvido,

El que trae los aromas de sahumerios.

La sombra inexplorada de misterios,

El cuerpo ultra sediento de sentido.

Te vendes como rareza en hierberías

Hielo seco en los ojos de carnero

Quizá el más grande anhelo de un sombrero

O tesoro de pocas librerías

¡Canta! Voz de verano y amapola,

sin miedo al fuego del castigo eterno

sin temer a los hielos del infierno.

¡Canta! Pues voz más dulce no ha existido

que la que resbala de tu caldero

y sobre tu escoba marca el sendero

viernes, 10 de febrero de 2012

A veces me gusta pensar todo como si fuera un suspiro. O un parpadear. Estoy aquí, parpadeo y estoy allá, parpadeo y ya pasó todo lo que tenía que pasar. Justo en eso pensaba en diciembre. Estaba en la cena de navidad, mirando el mar de noche, con mis pies en la arena. Pensé que todo era cuestión de unos cuantos abrir y cerrar de ojos, los enumeré incluso. Despedirme de mis amigos, año nuevo, la mudanza, ver a mi mamá irse, verlo de nuevo, exámenes de primer parcial. Y sí. Parece que sigo ahí, oliendo la sal del ambiente sin querer abrir los ojos, porque una vez que lo haga todo empezará a correr demasiado rápido. Ahora quisiera que todo volviera a ser un suspiro. Que la próxima vez que respire me ría de todo esto. Que la próxima vez sea aire familiar el que inunde mis pulmones, atascándome de abrazos por todos los que me han faltado. Que la próxima vez que coma de manera consciente sea un caldo casero, tortillas calientitas y agua de mango. Que no alcance a extrañarlo tanto cuando ya pueda darle un beso de nuevo.
Extrañar no es una buena manera de vivir. Porque entonces de tanto vivir en otro lugar uno deja de vivir en donde está. Todo es cuestión de tiempo. Maldita sea, hasta el tiempo es cuestión de tiempo. Quizá mañana deje de transcurrir todo tan lento y en un parpadeo más quiera regresar. Justo ahora me gustaría que dejara de imitar a la eternidad.