lunes, 7 de septiembre de 2009

Pequeño relato sobre lo que vivió, sufrió y presenció una niña en un paralelo mundo sin arte.

Parte 1.- De cómo llegó ahí y la descripción del bizarro lugar.

¿Como sería un mundo sin arte? Mm. Buena pregunta. Yo no me lo imagino, sin embargo tengo una amiga que tiene una prima que la novia del hermano de su amigo le sucedió algo muy extraño.
Elizabeth se miraba al espejo, con tremenda vanidad,
Cuando de repente paso algo que la marcó en verdad.
Una espiral de colores, en el espejo se dibujó
Y sin que pasara a mayores, el espiral se la tragó.
Fue girando y girando, dando vueltas sin parar
Y pensando y pensando, no pudo a una explicación llegar.
Y al final de todo este alboroto, a un lugar extraño llegó
Era como un mundo roto, y por su vida rezó.
Estaba muy asustada, y se abrazó de su morral
Bueno, no estaba acostumbrada, a viajar por una espiral
Y cuando dejó de llorar de pronto se durmió
Y no paró de soñar tantas pesadillas que gimió
Y cuando por fin despertó, en un hospital estaba
Y asustada otra vez gritó, al ver que la gente la observaba.
Pero esa gente no era blanca, ni era morena ni negra
Era gris como una banca, gente que nunca se alegra.
Y la habitación no era de colores, sino gris como la gente
Y no había variados olores, ni muestra de la mente.
No había cuadros en las paredes, ni sonido que no fuera lenguaje
No había nombres como Mercedes, liso y gris era su ropaje.
Cuando pudo escapar, observó las grises calles
No había caballos para montar, ni palacio de Versalles.
No había flores ni árboles, ni agua que corre.
No había ni rastro de soles, ni noche que los borre.
Era un mundo sin arquitectura, solo cuatro paredes y un techo
No había ni rastro de la pintura, y todo estaba malhecho.


Parte 2.- De cómo organismo viviente No. 453 conoció a Elizabeth y se asombró de su capacidad de sentir.

¿Qué pasa, que pasa? Asombrada se preguntaba
¿Qué pasa, que pasa? Y nadie le contestaba.
Y de pronto tropezó, con una niña gris
Que sola se atravesó, sin madre ni institutriz.
¿Cómo te llamas? ¿De donde vienes?
Preguntó Elizabeth
¿Cómo te llamas? ¿De donde vienes?
Preguntó la niña a la vez.
Soy organismo viviente 453
Mi nombre es diferente, porque nací a la sombra de un ciprés
¿Entonces árboles si hay?
No, fue solo una broma caray
Y Elizabeth observó a 453
No se cansó de mirarla una y otra vez
Pues todo estaba al revés,
Era víctima del stress.
Y sin pensarlo ni planearlo,
Meditarlo ni arreglarlo,
Un abrazo le tendió a 453.
Parte 3.- Cómo organismo viviente 453 descubrió los sentimientos y aprendió a amar, odiar, a sentirse triste y a llorar.
“¿Qué fue eso? ¿Por qué lo hiciste?
Fue todo un peso, tú me mentiste.”
“No organismo 453
Sólo fue un cariñito express.”
¿Cariño? Que era eso del cariño
¿Que era eso de abrazar a un niño?
¿Porque ella podía transmitir sus sentimientos,
sin rodeos ni impedimentos?
Organismo viviente 453 nunca había sentido
En realidad nunca había vivido.
Aquél era un mundo sin emociones,
Sin arte y sin buenas reacciones
Allí la gente era monótona y vacía
No gritaba ni sonreía.
De pronto ocuurió un verdadero milagro
Digno de que la gente se parara a observarlo
Organismo viviente 453 sonrío por primera vez
Aquella era la alegría, que sentía cuando revivía
Y mirando su gris mundo, viendo que todo era inmundo
Lloró de trizteza y de coraje,
Lloró hasta mojar su traje,
Y se dio cuenta de que aquél mundo necesitaba del arte.
Parte 4.- De cómo surgió el arte en aquel mundo paralelo sin arte.
“Ya no sé que hacer” Exclamó 453
“para liberar este sentimiento, que me ponen esta vez”
¿Qué hacen haya en tu planeta,
Para llegar a la meta?
¿Cómo expresan lo que sienten?
¿O acaso siempre mienten?
Elizabeth explicó, el uso del arte
Para lo que siempre se aplicó, no fue una cosa de Marte.
Si alguien estaba alegre, alegre de su hermosura
Que manera de demostrarlo, que haciéndose una pintura.
Y si triste está y se quiere desahogar
Que mejor manera que actuar
Y si con las reglas se quiere romper
Lo tuyo es música componer.
Y toda esa gente gris
Escuchó la música de Lizt
Se pintaron de colores
Y se rodearon de amores
Como también había horrores
Se inventaron los tambores
Y gracias al arte pudieron expresar sus sentimientos. Y gracias a sus sentimientos pudieron hacer arte.
Epílogo.
Una historia muy extraña, sin duda. Yo tengo una amiga, se llama Mercedez. Mercedez tiene una prima que es amiga del hermano de mi novio. ¿Saben? Mercedez es mejor nombre que 453, ahora que lo pienso. Y respecto al mundo sin arte… yo no me lo imagino, sólo lo recuerdo. Los quiere, Liz.

Cadenas

Yo creo en la vida y en la pureza del ser
Yo puedo ver a través de tus ojos
Lo que eres en el verdadero interior
Puedo ver la sonrisa y el valor
Del niño asustado que no eres
Pero que pudiste ser, porque siempre lo fuiste.

De las cadenas que te atan
Sabes donde se encuentra la llave
Pero a pesar de que lastiman
Te niegas a desatarlas

¿Yo? Yo soy una mariposa negra
De esos animales de belleza inigualable
Que son víctimas de vanas supersticiones

¿Yo? Yo soy una paloma
Con aquella capacidad de desplegar las alas y alejarse
Desaparecer más allá del horizonte
Sentirse más cerca del sol
Donde las montañas parecen tocar el cielo

Más he preferido quedarme a tu lado
Posando en las cadenas que te tienen detenido
Cadenas que tú mismo colocaste

Pero tú no miras más allá del horizonte
Te cierras al mundo cercano
Ese mundo superfluo que desconoce la habilidad de volar

A veces quisiera liberarte
De esas cadenas que lasceran
Pero en tu misma paranoia me has encajado las uñas
Me has lastimado las alas,
Me has hecho dejar de mirar más allá

¿Yo? Yo sigo siendo una paloma
Me ha dolido abandonarte
Pero no me dejas otra opción
Antes de retirarme por la única ventana que se halla en tu oscuro calabozo
Te he mirado a los ojos
Que son como un libro
Que cuentan una historia
He visto tu trizteza, he notado la desesperación

Siempre tuviste la llave en tu bolsillo,
Pero yo he de volar al sur
Como lo hace una paloma
Me alejo hacia el horizonte
Desapareciendo tras él
Con una lágrima en mis ojos por los tuyos.

Conflictos existenciales

Vi cuando salió el arcoíris. Lo vi surgir entre las nubes como alivio etéreo. La música sonaba en mis oídos y comencé a cantar. No me importó lo que la gente pensara, o si me veía realmente extraña cantando a toda voz en la vía pública, de cualquier manera, canto porque soy extraña y soy extraña porque canto. Y es aquí donde la situación se vuelve paradójica, cíclica y monótona, es caer en el mismo abismo una y otra vez, por más que me han enseñado mil maneras de esquivarlo. Hace apenas un momento descubrí que un actuario es un hombre que trabaja en las finanzas, y que puede trabajar dónde sea. También sé que existe la antimateria, que el cielo es azul por el hidrógeno y que hay mas o menos 50,000 puntitos en el techo del auditorio de la escuela. Son ese tipo de cosas que a nadie le interesan, y que no tienen un fin práctico en mi vida, pero que sé porque la vida las puso ahí para que yo las supiera. Pero a veces me pregunto si la vida es realmente un examen para completar, porque pareciera que todo es porque debe ser, pero a la vez es porque así escogí que fuera. Y es aquí donde la situación se vuelve paradójica, cíclica y monótona. Me gustaría por una vez encontrar un trozo de espejo y pensar que he escogido bien en tomar ese trozo de espejo y mirar mi rostro sin prejuicios. O tal vez recogerlo sólo para pensar en sus propiedades de reflexión, y en si la luz se polariza o no. O simplemente decir es un trozo más de espejo y dejarlo ahí. Quisiera leer la mente de las personas para convencerme de que me ven como soy, o de que soy como me ven; o más bien, para convencerme de que soy como me veo. Pero sería aún más útil poder leer mi mente para saber el porqué de lo que pienso. Y es aquí donde la situación se vuelve paradójica, cíclica y monótona. Tal vez sea tiempo de cantar otra canción.

Corazón artificial

Adoro ver la sonrisa enmascarada
De tu corazón artificial
Adoro ver la mía lacerada
Por este amor descomunal.

Adoro no tenerte cuando quiero verte
Imaginarte solo al otro lado del cristal
Tratar de mantener esta ilusión inerte
Parece que mi alma transitara un cardizal.

Adoro estar siempre presta a tu llamado
En cuanto ganas tengas que te ilumine el sol
Adoro que al final nunca cumplas el tratado
Y me quede sola a la luz de un vil farol.

Adoro la manera en que sueles defenderte
Y haces que la culpa carcoma mis sentidos
Adoro cuán grotesca es la idea de perderte
No importando los consejos que escuchen mis oídos.

Adoro la manera en que usas maquillaje
Como aparentas la inocencia de un ángel al amanecer
Que cuando de mártir te pones el traje
Empiezo a creer que no te puedo merecer

Y no es que no tenga opciones
No es tampoco sea un muy mal partido
Pero algo tú tienes que atrapa mis emociones
Y de ti me enamoró el maldito Cupido.

Sé que mis ojos se seguirán negando a ver
Sé que mi corazón aún controlará mis instintos
Y no creeré lo que deba creer
Hasta en serio ver tus sentimientos extintos

Así que dime de una vez lo que dicen tus válvulas metalizadas
Dime si es mi culpa, o si simplemente sucedió
Dime que he tenido razón en esperar, que aún podremos escuchar baladas
O dime que ya no me amas, y simplemente me iré yo.

Falta de imaginación

Extraño los tiempos en que solías tocar cada noche una sonata diferente. Solías vivir en una segunda planta, justo arriba de mi casita en un barrio de apoyo social. Me invitabas a tomar el té en punto de las siete, subir las escaleras con ímpetu para encontrarte sentado en el modesto piano de madera, y oírte sacar los sonidos más virtuosos de él. Oh sí, días en que mi única compañía y lo único que necesitaba eran Leonardo y el viento. Podía tener lo que quisiera sin necesitar habilidad, tiempo, el maldito dinero que ahora amarga mi existencia y me hace arrugar la frente de preocupación. Bastaba con presionar el botón de oro en mi pared, caminar por el palacio dorado al otro lado del portal, con jardines de piedras preciosas, manjares suculentos que realmente podían saciar mi hambre terrenal y el río más transparente y puro que pudiera imaginar. Bastaba irme volando a la nada, donde un chasquido de dedos traía un picnic personal, sentarme con Leo a comer lentamente. ¿Aún te acuerdas de Leo? Jamás estuviste celoso, y no tenías por qué estarlo. Él era mi mejor amigo, mi confidente. Me ayudaba en los exámenes, me empujaba en el columpio y me dejaba ganar en los naipes. Pensar que nunca me dio la espalda, que siempre tuve su apoyo, y fui yo la que lo traicioné, ignoré su amistad y lo rechacé por un detalle sin la más mínima importancia: su inexistencia. Ahora él ya no está, y pienso: ¿Qué importa que fuera etéreo? De cualquier manera las personas reales sienten también hipocresía real y son capaces de traiciones reales. Recuerdo también cuando el viento pasaba por mí a las 5 pm, para soplar tan fuerte que pudiera sostener mi peso en los brazos e ir juntos a visitar a la luna. Pero siempre regresar antes de las siete. Porque a las siete tengo una cita que implica una taza de té y una sonata diferente. Subir las escaleras con ímpetu para encontrarte sentado en el modesto piano de madera. Tu sonrisa única que me hacía pensar que el mundo era perfecto. Mis días podían transcurrir entre vuelos, amigos imaginarios, escenarios fantásticos, pero mis sueños eran sólo tuyos. Pero aunque hice planes y traté de evitarlo, llegó el momento de crecer. No puedo decir de madurar porque aún no lo he hecho. Y ahora vivir en un mundo con prisas, preocupaciones y gente que quiere sentirse culta, tomando clases de apreciación de la música y estudiando tanto tus piezas. Está bien, muchos podrán decir que conocen a Wolfgang Amadeus Mozart, muchos incluso afirmarán que lo aman, pero creo que ninguno podrá decirlo como yo te lo digo a ti.

2 regalos para ti

Eres la estrella invisible de mi cielo
Aquélla, reflejo de mi ser deseado
Tú, como un diamante hecho de hielo
Brillas y dejas mi corazón helado

Como la duda, si hay luna detrás de las nubes
La cual he preferido no saber
Como el abismo entre lo que hay y lo que ves
Un trozo de aire que temo perder

No hay cuestión más difícil que hacer una
Y sin embargo yo ya he pensado dos
La primera la guardo por siempre en la cuna
La segunda es de la que ando en pos

I should have given you a reason to stay

Volteé y estaba sola en el metro. Eran las 4 de la mañana y el frío se colaba por las rendijas. Mi mochila parecía más pesada de lo que era, los huesos me dolían y mis dientes tiritaban. Iba vestida lo mejor que podía, combinando mi ropa como lo había visto en la revista mensual, aunque pareciera que no era yo la que estaba debajo de ese abrigo de lana y botas de gamuza. Me puse brillo en los labios una vez más, no sé si por ansiedad o por humectarlos. El metro siguió su curso, y aburrida de solo mirar los asientos vacíos saqué mi reproductor para escuchar la misma canción, nuestra canción. Al llegar a la estación siguiente empezó a subirse más gente. Era como si ya nos conociéramos, pues siempre a la misma hora subía la gente para ir al mismo lugar. Pronto todo quedó ocupado, a excepción del asiento a mi lado, que como rutinariamente, ya te estaba destinado. Sonreí al llegar a tu estación, miré la puerta pensando en tu sonrisa. Pero la gente entró y se acomodó, tú no apareciste, no te sentaste conmigo, sé que tomaste otro tren para no encontrarme. Entonces las palabras en la canción que seguía repitiéndose en mis oídos empezaron a cobrar sentido. Fue entonces que me sentí más sola en ese vagón lleno de gente que horas antes al ser la primera en subir. Pensé en las pláticas de días anteriores, en bajarnos al llegar a la estación de la calle 3 y caminar de la mano hasta la escuela. Recordé el dulce sabor de tus labios en el frío de la mañana, tus brazos alrededor de mi intentando darme un poco de calor. Ahora estaba pensando en mis razones para que te quedaras, en tus razones para marcharte. Una lágrima recorrió como agua hirviente mi piel helada y el tren se detuvo en la estación de la calle 3. La mayoría de la gente se bajó ahí, y sentí envidia al ver un par de muchachos caminar de la mano en dirección hacia la escuela. Esperé a que se bajara la gente, me levanté de mi asiento y tomé mi mochila. Pero al ver la canción en mi reproductor, me senté de nuevo y cambié a la siguiente canción. Al ver por la ventana letreros desconocidos y una hora después llegar a la última estación, me di cuenta de que la libertad había venido en contra de mi voluntad, sin que yo se lo pidiera. Pero a fin de cuentas era la libertad.

La bruja de Smallow

Mi historia comienza hace muchos años, cuando era joven. Sí que fue hace mucho tiempo. No sé porqué escogí esta noche para contarla, después de tantos años. Mi padre murió cuando cumplí nueve años, un día cuando trabajaba en la mina hubo un derrumbe, todos los que allí se encontraban tuvieron el mismo destino. Mi madre y yo nos mudamos a Smallow, una pequeña villa no muy lejos de aquí. Nunca olvidaré ese lugar, sobretodo por lo que sucedió una triste tarde de octubre.
Mi madre decidió inscribirme al colegio de Santo Tomás, las clases ya habían comenzado y la idea de ir a una escuela totalmente diferente me causaba escalofríos. Me dejó en la puerta muy temprano en la mañana, una de las monjas cuyo nombre no recuerdo me llevó de la mano hasta el salón de 4º “A”, salón en el que debería cursar mi cuarto año de primaria. Me senté en la última butaca de la última fila, saqué mi cuaderno y mi lápiz y esperé las instrucciones. Observé a mí alrededor, alrededor de unos 45 niños y niñas corrían de un lado para otro, saltando sobre las bancas y haciendo desorden. Sin embargo, la niña que estaba sentada al lado de mí parecía un poco antisociable, no jugaba, ni hablaba y sólo miraba a los demás niños con indiferencia. La monja entró en el salón. Todos inmediatamente se callaron, de pie, todos formaditos y derechitos repitieron a coro “Buenos días, Sor Ofelia”.
-Siéntense- dijo la sor e inmediatamente todos los niños se sentaron. Lentamente fue caminando hacia mí – Vaya, vaya- dijo- parece que tenemos un nuevo integrante en la clase. ¿Podrías levantarte y decir tu nombre, tu edad y de qué escuela vienes?
Me levanté, todos los niños me miraban, estaba un poco nervioso. –Jesús Olivares Tejedo, para servirle. Tengo nueve años y vengo del instituto de San Pablo en Marshtown- la monja me dio la bienvenida y me dijo que me sentara. La niña que estaba al lado seguía llamando mi atención, algo tenía que era extraña, algo tenía ella que no lo tenían las demás.
Por fin llegó la hora del recreo, todos salieron corriendo, como si no hubieran visto la luz en mucho tiempo. Tenía ganas de preguntarle a la niña su nombre, de conocerla, tal vez de comprenderla. La intriga que me causaba era insoportable. Iba a acercarme a ella cuando un grupo de chicos se me acercó para juntarse conmigo durante el recreo. Comenzaron a platicarme de la escuela y de ellos, volteé al lado y la niña ya se había ido. Prácticamente me fue muy bien mi primer día, me acoplé demasiado rápido y los amigos que tenía, las ocurrencias que tenían… bueno, mi historia no trata de eso.
Pasaron semanas y aún no tenía la oportunidad de saber algo sobre ella. Solamente por el hecho de estar en el mismo salón supe que se llamaba Jacqueline.
Y así pasé todo cuarto, con ganas de conocerla y sin poder acercarme a ella. Aparte reconozco que tenía miedo de lo que dijeran los demás.
Un día estaba en el recreo con mis amigos, había llovido mucho esa temporada. Había infinidad de sapos en el charco que estaba cerca de la cancha de fútbol. Era divertido, los perseguíamos, los atrapábamos y los metíamos en un frasco. Cuando terminó el recreo dejamos ir a los sapos, pero mis amigos insistieron en que hiciéramos algo “productivo” con el último sapo. Empezaron a planear una broma, lo meterían en el estuche de una niña, pero aún no sabían de quién. Decidieron ponerlo en el estuche de Jacqueline, era mi oportunidad de averiguar algo sobre ella, les pregunté porqué era tan callada. Ellos sabían lo mismo que yo, era tan extraña que no hablaba con nadie. Sólo me dijeron que les causaba cierto pavor, que a veces la oían hablar sola o que siempre sucedía algo extraño cuando se enojaba.
Me pareció aún más extraño que al ver que Jacqueline abría su estuche, vio el sapo y en vez de gritar lo tomo en sus manos y lo dejó ir. Definitivamente no era igual a las otras chicas.
No me atrevía a hablarle, por más que quisiera siempre me causaba cierto escalofrío, no se si era por temor a ella o mas bien, a su rechazo.
La primera vez que me acerqué fue una mañana de diciembre cuando estábamos en 6º de primaria. Usé de pretexto el hecho de que ya se acercaba la navidad, le pregunté que hacían su familia y ella en navidad, creo que esperaba que me diera una respuesta común, pero ella sólo sonrío y me dijo – Yo no tengo familia- Fue una respuesta que yo no esperaba. Comenzamos a platicar y me di cuenta de que no tenía una vida fácil. Su madre murió cuando ella nació y su padre no quiso hacerse cargo de ella, así que vivía con una familia que decidió adoptarla, pero no la trataban como hija, sino como criada.
Desde ese día nos hicimos amigos, no había día en que no me sorprendiera. Jamás me aburrí estando a su lado, siempre tenía algo interesante que decir, aunque a veces era demasiado extraño para mi corta comprensión. Debo confesar que dentro de mí empezó a crecer otro sentimiento distinto a la amistad, aunque siempre temí que ella no pensara lo mismo y se perdiera la amistad. Es sólo que era tan linda, tan diferente, no era el tipo de chica que te encontrabas a montón todos los días.
Seguí siendo su amigo, pero aún así empecé anotar que los demás tenían razón. Era muy extraña, siempre había coincidencias poco comunes. Si ella tenía frío salía el sol, si se entristecía comenzaba a llover, si se enojaba debías cuidarte de la tormenta. Comencé a sospechar que había algo además de un clima loco, traté de preguntarle pero siempre cambiaba de tema, lo evadía y a veces hasta se enojaba. Pero en vez de hacerme desistir, provocó más curiosidad.
Un día que mi madre me mandó a la verdulería por medio kilogramo de cebolla, me desvié por unas carretas que se habían volcado a mitad de la calle principal, en la cual había un alboroto, así que decidí irme por las calles de atrás, a pesar de que jamás me gustaron por su soledad. Cuando iba de regreso oí la voz de Jacqueline proveniente de un callejón, parecía estar platicando con alguien. Decidí ir a ver, me escondí detrás de unas cajas vacías que se hallaban apiladas y observé. No era otro amigo con quién hablaba sino con un gato. El gato era negro de pies a cabeza y tenía unos ojos amarillos penetrantes y diabólicos. Jacqueline platicaba con él como si fuera un ser humano y el gato parecía responderle con la mirada. Ella le preguntaba acerca de el fenómeno de la levitación y tomaba nota como si realmente el gato estuviera respondiendo a su pregunta. A continuación, ella miró una caja vacía y la observó detenidamente. De repente empezó a concentrarse más y más hasta que la caja comenzó a levantarse, yo no podía estar más asustado, miraba aquella caja sostenerse en el aire sin ningún apoyo. De pronto el gato volteó hacia donde yo estaba y gruñó de una manera espantosa. Jacqueline volteó y la caja cayó con un fuerte estruendo y después de ella cayeron las cajas que yo tiré cuando las tumbé al salir corriendo. Nunca tuve tanto miedo como esa vez, excepto quizá aquella triste tarde de octubre…
Al día siguiente no quería siquiera mirarla, me daba miedo, así como antes me había parecido hermosa ahora era repugnante. No sabía que debía hacer, si acusarla de brujería con las monjas o callar. Ese hecho me estuvo dando vueltas por la cabeza todo el día, recordaba como platicaba con el gato, como hizo que la caja se elevara, ¿y si el demonio la tenía poseída? Entonces debía ayudarla, antes de que el demonio acabara con su alma. Tomé un poco de agua bendita de la capilla a la salida y corrí a alcanzarla antes de que se fuera.
-¡Aléjate de ella demonio!- dije derramando el agua bendita sobre ella- ¡Aléjate, aléjate!- dije con desesperación.
-¡Tranquilo!- dijo ella apartándome- ¿de qué me hablas? ¿Cuál demonio?
- ¡El demonio te tiene poseída! ¡Libérate! ¿O es que lo sirves voluntariamente?
Realmente estaba histérico, bueno, creo que cualquiera lo estaría. Jacqueline trató de tranquilizarme, y cuando lo logró nos sentamos en una banca. Me hizo jurar que nunca revelaría su secreto, yo juré nunca revelarlo, al menos hasta este día, el día que fuera absolutamente necesario. Jacqueline era una bruja, la bruja de Smallow y el gato era en realidad su madre que venía desde el inframundo en forma de felino para instruirla. Todo eso ya era demasiado extraño para mi, cuando de repente me dijo que sor Ofelia moriría esa tarde le daría un infarto mientras estuviera en la ducha y moriría. Esa predicción me estuvo atormentando toda la noche, sin dejarme dormir. Al día siguiente estaba con un fuerte dolor de estómago sentado en mi butaca, sólo miraba hacia la puerta esperando ver a sor Ofelia entrar con esa sonrisa y esas ganas de enseñar que siempre tenía. De repente vi girar la perilla, me levanté con ansias y… una monja entró en lugar de sor Ofelia. Nos indicó que nos sentáramos, con la voz entrecortada nos dijo que debíamos asistir a una misa que se haría en honor a sor Ofelia. Se sentó en el escritorio, respiró profundamente y con muchas pausas nos explicó que ella sería nuestra nueva maestra debido a que sor Ofelia había fallecido la tarde anterior de un paro cardiaco. Los escalofríos invadieron mi cuerpo, las lágrimas corrieron por mis mejillas, no sólo por la pérdida sino por el temor. Jacqueline, sin embargo, no mostraba la más mínima expresión de dolor y parecía incluso que sonreía. Seguí siendo su amigo no por que así lo quisiera sino por miedo a que me lanzara un maleficio. Unas pocas semanas después una niña se burló de ella, la insultó enfrente de toda la clase. Al día siguiente murió atropellada. Ese año murieron 5 personas, de las cuales, 4 habían hecho enojar a Jacqueline un día antes de su muerte. Decidí alejarme de ella por lo sano, no quería problemas, no quería despertar un día atropellado y con una hoz encajada en el estómago. Ella volvió a quedarse sola y yo volví con mis amigos. Todos comenzaron a notar que extrañamente las personas que la hacían enojar morían un día después. Notaron también que hablaba con los gatos, con el viento, con las pequeñas arañas que aparecían en el salón. Nadie sabía lo que ella era, pero aún así lo sospechaban. Una parte de mi seguía enamorado de ella, se negaba a creer que lo hiciera a propósito, otra parte tenía miedo, siempre fue más grande el miedo. ¿No fue por eso la caza de brujas en la edad media? ¿Por miedo? En realidad el miedo es uno de los sentimientos más fuertes que existen.
Dejé pasar el tiempo fingiendo que no sucedía nada, tratando de olvidar aquel embrollo, pero las demás personas iban sospechando más y más y Jacqueline se iba ganando enemigos. En la escuela rondaban rumores de que el mismísimo demonio se hallaba en Smallow y que era necesario eliminar a su servidora. Toda la gente estaba enardecida, puesto que últimamente Jacqueline acostumbraba llorar cada vez que veía a alguien y ese infortunado corría el mismo destino que todos hemos de correr en algún momento. Los aldeanos exigían darle muerte, pero la iglesia se oponía. No creían que una muchachita de secundaria fuera capaz de crear tales desgracias y mucho menos de involucrarse con el maligno.
Con el tiempo las cosas fueron empeorando, la misma iglesia se iba convenciendo de que los rumores eran reales. Ya habían varias personas que afirmaban haberla visto hablando con gatos, había hasta los que decían que raptaba niños pequeños y los cocinaba en un caldero para luego comerlos. Desde luego habían muchas afirmaciones de haberla visto conversando con el demonio.
En ese tiempo yo creía todo lo que se decía y más por haber sido testigo y por que ella misma me afirmó que era una bruja. El lío se hizo tan grande que estaban por cerrar la escuela si no se hacía algo al respecto, ya no había escapatoria, ya no había nadie que defendiera a la famosa bruja de Smallow, incluso su “familia” la había corrido de su casa y se pagaba una recompensa a quien la entregara a la iglesia. Yo ya casi no sabía nada de ella, hacía semanas que no se presentaba a la escuela por obvias razones y a pesar de que algunos decían que había escapado creía sentirla cerca.
Fue una tarde de 20 de octubre, ya se había decidido cerrar la escuela por miedo a que el demonio tomara de su posesión a algún alumno. Vi como clavaban tablas en la puerta de entrada, ya todos los niños llevaban sus libros y demás pertenencias, bueno, los niños que quedaban porque muchas familias decidieron mudarse. Yo me dirigía a mi casa cuando recordé que había dejado la pluma de mi padre en el salón. Si hubiera sido cualquier otra cosa la habría dejado, pero era muy especial para mí. En cuanto se distrajo el guardia, me escabullí dentro de la escuela. Iba ya de regreso cuando oí a alguien llorar en las escaleras. Me asomé y Jacqueline estaba ahí, llorando desconsoladamente. Di media vuelta y empecé a correr pero ella me suplicó que no me fuera. Con mucho miedo me senté a su lado, la abracé y ella seguía llorando. La miré por última vez, a pesar de todo era muy bella, sus ojos eran profundos y brillantes y su cabello castaño caía por sobre sus cara de ángel, que antes estaba llena de vida y color y ahora era pálida.
-¿Realmente crees que sería capaz de hacer todo de lo que me han acusado?- Me preguntó mirándome a los ojos, con lágrimas en ellos.
-Las pruebas te delatan- dije con una voz monótona y vacía, llena de frialdad. – ¿O acaso tienes una explicación?- pregunté aún siendo frío y seco.
“¿Crees que es divertido saber cuando alguien va a morir?- me dijo histérica, casi gritando- O mejor aún, ¿Crees que es divertido que te echen la culpa? Yo no escogí ser lo que soy, y no es nada divertido, es una presión, es lo que acabó con mi vida. ¿Sabes por qué Luisa se burló de mí? Porque yo intentaba decirle que no cruzara la calle sin fijarse al día siguiente, pero como siempre no me escuchó, porque nadie me escucha. Solamente empezó a decirme de cosas y a burlarse de mi por ser “extraña”, cuando al día siguiente cruzó la calle y fue atropellada todos comenzaron a decir que yo le había hecho eso por burlarse. ¿O crees que no me dolió la muerte de sor Ofelia? ¡Claro que lo hizo! Sólo hacía un esfuerzo por contener las lágrimas, porque ya he llorado demasiado, ¿Sabes? ¿No recuerdas como fue la muerte de Fernando? Un día anterior yo intentaba decirle que no jugara con la hoz de su papá, pero una vez más tampoco me escuchó, antes de que siquiera dijera algo comenzó a gritarme bruja y que me alejara, pero al día siguiente dijeron que yo lo había embrujado por haberme dicho así. Tampoco es nada agradable todo lo que dicen de mí, que hago pactos con el diablo, que me como a los niños ¡Por Dios! ¡No soy un ogro! Y todas esas personas que lo afirman no pueden haberme visto porque nunca sucedió. De un simple rumor se puede armar todo este lío, a eso debemos tenerle miedo, a los chismes y rumores, no a las brujas ni demonios. Ya no importa lo que pase con mi vida, importa lo que pasará con ustedes, importa que muchas cosas pudieron ser evitadas si tan solo supieran escuchar, si no cerraran su mente a lo que están acostumbrados. Puedes irte si quieres, yo se que no me crees.”

Realmente no sabía que decir, ella comenzó a llorar de nuevo y me di cuenta que tenía razón, que tal vez si hubiéramos escuchado en vez de formar prejuicios… La abracé con fuerza y le dije que le creía. Ella me miró y me dijo que tenía otra cosa que decirme.
Respiró profundamente de manera lenta y pausada. Me miró a los ojos y respirando de nuevo dijo: -Voy… voy a morir mañana.
Me quedé congelado, no sabía que decirle. Me dijo que en tan solo unos minutos llegarían aldeanos y nos encontrarían, se la llevarían y la matarían al día siguiente. Le propuse que nos fuéramos, pero ella insistió en quedarse, porque no debía cambiar el destino. Me aconsejó que me fuera de Smallow y continuara mi vida, pero antes debía rebelarme un último secreto, tal vez el más grande y peligroso. Esperé a que me lo dijera y me quedé pasmado cuando lo escuché. Tan pasmado que olvidé por completo que los aldeanos llegarían y se la llevarían, que si planeaba confesarle que siempre estuve enamorado de ella era en ese momento o nunca. Ojalá algún día pueda perdonarme, porque nunca lo he hecho.
Si, esa triste tarde de octubre, 21 de octubre. No hubo en la historia día más gris. La gente se amontonaba con antorchas en la mano ver aquél tenebroso espectáculo. Cuál si fueran aldeanos ignorantes de la edad media, prejuiciosos y cerrados. No se que hacía yo allí, para qué me quedé a mirar, si no hice nada por detenerlo. Primero la obligaron a confesar, ella negó todo, pero a fuerza de azotes hicieron que aceptara cosas que nunca hizo, después la quemaron en la hoguera. Mientras veía su linda cara retorcerse de dolor murmuré para mi mismo “no olvides que siempre te quise”. ¿Pero de qué me sirve ahora si nunca se lo dije? Hice tal y como me dijo, esa misma noche me fui de Smallow para tratar de rehacer mi vida. No tengo idea de qué fue lo que pasó con esa aldea, me imagino que se dieron cuenta que las muertes no fueron culpa de Jackie, o quien sabe. Tal vez cargaron con el remordimiento toda su vida, puesto que decidieron callar. Nadie ya se acuerda de lo que pasó en Smallow. Sólo yo, y aún recuerdo perfectamente ese secreto que me ha mantenido preocupado, y eso que todo sucedió hace 80 años….
¿Qué dices pequeño? ¿Qué deseas saber cuál era ese secreto? Jackie me dijo que el fin del mundo vendría, una tarde como esta en exactamente 80 años, tal vez fue por eso que escogí este día para revelarlo. ¿Te imaginas? Ella predijo el fin de este corrupto planeta. Y pensar que todo comenzaría con una simple lluvia. Silencio, ¿no oyes, allá a lo lejos, que comienza a llover?

Irreal

Eres como una realidad onírica
Una joya de la imaginación
Alguien que puedo fácil evocar
Un sueño del cual no quiero despertar

Basta un encuentro al anochecer
Una palabra al atardecer
No importará que no te puedan ver
¿Qué saben ellos lo que puedas ser?

¿A de importarme si me miran con asco y con desprecio?
¿Qué si dicen que soy tonto, terco y necio?
Será lo que tú pienses, lo que tú digas
Somos ambos pequeños como hormigas

Porque tú eres mi alter ego
Mi dulzura, mi sosiego
El pañuelo de mis lágrimas
El motivo de mis rimas

Y en tus ojos veo la calma de un espejo
Y en tus rizos tan sedosos quedo yo perplejo
En tus brazos el refugio del niño abandonado
En tus besos el consuelo del perdedor apasionado.

Y si, a veces es un poco complicado
A veces me hallo muy desesperado
De no poderte tocar, de no poderte abrazar
Que sólo en mi mente podrás estar

Que soy un hombre acomplejado
Apartado y rechazado
Que los psicólogos digan que no tengo remedio
Que parezco loco hablando solo en el medio.

Lagunas

El gato salió corriendo por debajo de la mesa y trató de esconderse detrás de una botella de tequila. Mientras tanto ella se sentó y tomó su café matutino, bien cargado. El dolor de su espalda no cesaba a pesar del antibiótico. Era rubia, alta y robusta, nadie podía negar que hasta cierto punto fuera bonita. Vivía en un departamento en el quinto piso y en este momento estaba bebiendo un café mientras pensaba en cómo guisar la carne. De repente sonó el teléfono, era su amado una vez mas presumiendo el gol anotado, ella lo quería, en verdad, pero algo en su vida no iba como debería. Prendió la computadora para seguir trabajando, se puso los zapatos y se frotó los ojos. Y mientras sus manos recorrían prestas el teclado en busca de nuevas ideas, hubo algo que la incomodó. De alguna manera sabía que había alguien más en esa casa, alguien que no eran ni el gato ni ella. Se levantó del asiento y empezó a barrer en busca de algún ratón que haya provocado el ruido que la incomodó. Al no encontrar nada subió a tomar un largo baño de burbujas, después de todo, no había nadie más en el departamento. Puso música en el tocadiscos, con ayuda de un fósforo encendió algunas velas y comenzó a quitarse la ropa lentamente cuando un rayo interrumpió su tranquilidad. Decidió vaciar la bañera de nuevo y volverse a vestir, salió algo asustada al pasillo y encontró la casa de cabeza, todo tirado y regado por el piso sin aparente explicación. Comenzó a gritar paranoica y buscó por todas partes a un intruso, pero no encontró a nadie, estaba sola. Llamó al gato para por lo menos sentir su compañía, lo encontró en la reserva de vinos, temblaba como si hubiese visto un fantasma o algo parecido. De manera dulce fue en su busca y trató de acariciarlo, pero éste al verla, maulló de manera estruendosa y soltó un zarpazo, para luego correr y esconderse de nuevo. Algo no andaba bien, el animal había sido siempre su fiel compañía y jamás se había rehusado a una caricia. Miró a su alrededor angustiada y escuchó algunas quejas y lamentos que parecían provenir de la habitación de visitas. Tomó el teléfono, marcó el número de emergencias y lo tuvo listo para solo llamar en caso de algo inesperado. Su respiración era cada vez más lenta y pausada, el miedo la invadía de pies a cabeza, tomó la perilla de la puerta y se dispuso a abrirla lentamente.
Lo que vio la dejó paralizada. Dejó caer el teléfono y se llevó las manos a la boca para ahogar un grito horrorizado. Ahí, tirado en el suelo estaba su amado, envuelto en sangre, agonizando. A su lado se hallaba el cuchillo que ella iba a utilizar para guisar la carne esa tarde, y hablando de tarde… la chica miró hacia la ventana y notó el cielo de un color azul oscuro y cuajado de estrellas. ¿Cómo había anochecido tan de repente? Hace apenas un momento acababa de despertar para tomar el café matutino…
De pronto la muchacha palideció. Ahora lo recordaba todo. Miró su ropa y la vio manchada de sangre.

A mi gato

Te hallo en la penunmbra, al asecho, silenciosa; sin efectuar el más mínimo susurro, calculando cada uno de tus movimientos.Me acerco con cautela minuciosa, haciendo reverencia en señal de respeto; cuidando no provocar la huída ni el ataque.Observo la hermosura arrogante que se postra ente mis ojos. La erguida postura, el porte de naturaleza; tu figura inexorable de soberbio carácter, incapaz de ceder o claudicar.La blancura de tu pelaje asemeja a la realeza, que rumbo a la cola se torna en tinieblas. Nada más deivo de tu dualidad. Considérote más bien lunisolar.Sin embargo, son los dos zafiros que forman tus ojos, los que generan la gran intriga de mi alma. A veces sublimes, inspiran la inocencia de un ser sufragáneo a mi persona, enblandeciendo así un semblante de castigo. Pero otras veces son esos mismos ojos los que expresan una inteligencia más allá del simple entendimiento terrenal; una profundidad indemne pese al terrible sofoco de la vulnerabilidad humana.Esa mirada digna de alguien omniscente, vigilando mis pasos, casi con instinto asesino, esperando atacar al mínimo signo de amenaza.Sí, gata desconfiada, paranoica ante el mundo. Observas, conoces, no confías. Te guías siempre por el instinto, con mente tutsiorista que te arrastra irónicamente al aislamiento.Simplemente gustamos de la soledad. Somos diferentes, el par de canicas azules en el mar de rojas. Cualquier contacto simple con el mundo superfluo pudiera traer inefables consecuencias por la ciega confianza que en él una vez depositamos. Sí, se deba tal vez a eso nuestra mutua complicidad; que a este punto podríamos llamar amor.

Lejanía

te fuiste antes de siquiera llegar
mis oscuros deseos no llegaron jamás a alcanzarte
mi mirada se perdió en tu esplendor y quedó cegada
demasiado absorta en la grandeza como para acostumbrarse de nuevo a la
ausencia de color
te vi emerger de la penumbra... te vi como un botón de rosa en el invierno
y soñé... soñé como lo hago siempre, con cosas irreales propias de mi mundo fantástico
y floto... floto en el vacío sin rumbo definido, pero con conciencia del norte
mi brújula se perdió hace tiempo, pero mi mirada aún conserva el magnetismo
sólo perdió el poder de reflejar
vamos... mírate en mis ojos y dime que te ves como un mortal

Olvidarte

Quisiera verte en la penumbra del olvido
Cayendo por el abismo de mi estado de inopia
Quisiera no notarte cuando caminas galante
No pensar más en tu sonrisa ni en tu mirada embriagante

Y es que son tus palabras el retumbar de mis pensamientos inconscientes
Tu simple idea abstracta me mantiene al borde de la manía
Enajenándome del mundo superfluo fuera del estremecimiento

Y flotas. Flotas de manera onírica en mi mente,
con las alas del musgo y de la desesperación
Y flotas. Flotas en el mar de mis deseos
El agua, como tibia pureza de mi amargura

Si tuviera que escribir como me sentía un 24 de agosto, escribiría algo así

Sé que estoy corriendo mientras me quedo quieta
¿Yo? Yo jamás me muevo, son mis pensamientos los que van es pos de…
¿En pos de qué? ¿De ti? O más bien de un lugar tranquilo para sentir su falsa libertad

Y es que mi corazón se hiela, pero nunca deja de latir
Una palabra dicha al viento, jamás llegará, jamás
Soma… si no eres más que soma
Pero el problema no es saber quién eres tú, eso sí lo sabes o no es tu problema

Lo difícil, lo necesario es saber quién demonios soy yo
Entender lo que sucede cada vez que el cosmos se alinea
Mi universo cambia, si explota una estrella, si aparece un hoyo negro
Todo se queda en su lugar, pero siempre existirá un vacío

Tal vez intenté llenarlo contigo, pero es algo más grande que tu simple presencia
Siempre ha estado ahí, desde que la aurora sale, muere y renace
Y no ha habido nada que lo desaparezca, por tanto tú no podrás hacerlo
Sólo hay una forma, más simple y a la vez más inaceptable: ser y saber.

Si tuviera que escribir de que me di cuenta este 24 de agosto, sería algo sobre Sevin

La luz azul en tu mirada sólo existe en la mía
Pues en tus ojos hay lo que pretendes que haya
Nada

La piezas en un tablero se mueven a mi voluntad
Pero siempre terminan en el mismo lugar
Aun paso de lo que estás tú por demostrar

Así me he tardado tanto tiempo en descubrir
Que sus palabras son arte, versos al viento
Mientras intentaba serlo todo y no fui nada
Siempre hubo una canción en su mirada

Que en el principio sólo estábamos tu y yo
En el final seguimos quedando los dos

Si tuviera que escribirle un poema a un sueño, ciertamente te lo escribiría a ti.

Los días pasan vacíos, llenos de nada
Y guardo tu vago recuerdo en un aroma
Aroma de tu mirada amartelada
De ese sueño que es como soma

Pasan las horas escuchando la misma canción
O haciendo una nueva melodía
Que si alguien comprende mi rara aflicción
Sería mi piano al medio día

Y así guardo la sonrisa perfecta
La mirada risueña hipnotizadora
Busco en mi mente la palabra correcta
Y todo para callar al final y solo verte pasar

Y es aquí cuando se funden los sueños y la realidad
Y no sé si te soñé, si estuviste ahí
Lo único que sé es que no te he olvidado

Sonreír es fácil cuando estás en mi mente

Así como una línea negra en una gran hoja blanca, que al sentirse perdida se alarga, se curvea, da vueltas y busca su destino. Así como una gota de lluvia que cae al vacío, que siente su pequeñez y se balancea al compás del viento que la trae directo a mi mano. Así miro yo al cielo, que ya es la enésima vez que descubro que es azul y me sigue fascinando. Mis ojos ven todo excepto a sí mismos, pues son sólo reflejo y herramienta de la mente. Pero sé que si pudiera verlos los vería brillar, y si mirara hacia adentro podría ver mi corazón latir más a prisa cuando pienso en tus labios, mi estómago retorcerse en nervios cuando te hablo, la electricidad recorriendo toda mi piel cuando te miro.

Supongo que podría ser la niebla, podría ser el tec, el frío o todas juntas

Al llegar el ocaso puede que aún no sepa que ha estado buscando. Se levanta diariamente a las siete, esperando encontrarlo, lo único malo es que aún no sabe qué es, ni siquiera si es un qué, un quién o algo existente. Y es que dentro de su ser hay espacio para una definición, pero por más que se buscó en el diccionario no hallo nada parecido. Y es entonces que todo es perfecto, y se eleva su alma como si fuera un simple soplo del destino, las frecuencias vibran y el sol parece sonreír, tanto que ciega al mundo en su esplendor. Y ella, o él, dependiendo del caso, siguen su rutina diaria, las mismas respuestas monosilábicas a las mismas preguntas que la gente hace día a día, el mismo asiento, el mismo desayuno compartido con la misma persona. Pero nunca está presente, aunque podamos verla, o verlo según sea el caso. Su mente divaga, sale de su cuerpo y flota no por el mundo, sino por el universo buscando esa respuesta, esa definición a su ser. Y llega siempre al final agotada, sin siquiera saber que ha estado buscando. Y duerme, duerme mi pequeña ilusa, para seguir buscando mañana.

Te pienso

Te pienso en el equinoccio de invierno
Cuando las hojas caen y se cubren de hielo
Te pienso cada noche cuando duermo
Y cuando mis ojos encuentran el cielo

Y pasa la brisa de la mañana
Y miro esos ojos como esmeraldas
Que hechizaron la bruja pagana

Y mientras no afirmes lo contrario
Y mientras yo te componga sonetos
Será un sentimiento plenario
Y no existirán ya los secretos

Te pienso en el sonido del cristal
En aquella oscuridad abismal
Creo que es más que un amor terrenal.

Un corazón de cristal

Cual riachuelos corriendo en un campo de rosas
Así corren las lágrimas por mis mejillas
Y con tristeza recordando tantas cosas
Antes de encerrarlas tras de mi corazón las rejillas

Sin pensarlo te entregué mi frágil corazón de cristal
Y al pensarlo mejor te lo traté de arrebatar
Pero al quitártelo se rompió, haciéndose un daño mortal
Pero fue lo mejor, ahora lo debo reparar

Es sólo que sin saberlo lo dañabas poco a poco
Tenía una pequeña fisura por donde escapaba su luz
Estaba enfermo, se le borraban las sonrisas y lo loco
Y el amor lentamente caminaba hacia su cruz

Y mientras yo te lo quitaba y tú no lo querías
Se nos cayó y se rompió en 136 pedazos
Fue demasiado doloroso para poderlo contar
Y ahora debo coser los pequeños retazos

Con mucho cuidado lo coseré con hilo de plata
Pegaré las uniones con resistol cinco mil
Lo desintoxicaré con medicina en lata
Y para que esté fuerte lo alimentaré con chocomilk

Y sé que dolerá cuando desinfecte la herida
Sé que lloraré hasta inundar la ciudad
Sé que me sentiré totalmente perdida
Pero la calma viene cuando se va la tempestad

Y tal vez cuando ya esté curado
Y me demuestre que podemos sólo ser amigos
Cuando el dolor ya haya acabado
Cuando estén más tranquilos nuestros caminos

Y si aún existe la magia en tu interior
Y tu sonrisa aún me derrite como la aurora
Si prometes cuidarlo ahora sí con cariño superior
Volvería a dártelo y veremos si el amor aflora.

Uno en un millón

Si la tarde llega apacible
En el jardín de la vida resaltas
Con una frescura apetecible
Se nota si faltas

Puede que no hables demasiado
Y que te centres en lo ordinario
Más sabes que estás predestinado
A ser algo más que una foto de anuario

De entre todas las estrellas del cielo
Siempre hay una que brilla más
Esa es la que es mi desvelo
Y la que quiero seguir viendo brillar

Historia de la bruja y el mimo

No sé qué es lo que más me gusta de ti. Podría decir que es nuestra mutua afición por el arte, tu gusto por la lectura o tu ingenio carismático. Podría decir que te sueño porque hasta ahora eres el único que ha cumplido con mi lista de requisitos. Pero ¿sabes? Lo peor del caso es que lo que más me gusta de ti es lo que detesto, lo que va en contra de mi, lo que no soporto es lo que más me fascina y me mantiene flechada. El hecho de que nada te importe, que seas espontáneo, tu falta de conciencia y arrepentimiento, exactamente las cosas que mi ética no me permite, exactamente las características que yo jamás permitiría en mi persona, eso es lo que me encanta de ti. Creo que ahora entiendo la gran contradicción humana, que mientras más peligroso, imposible e inconveniente, más me aferro a estar a tu lado. Hice una larga lista de requisitos, esperando que nadie la cumpliera, y vienes tú y me retas, teniendo hasta los rasgos más excéntricos y opuestos, escritos con el propósito de jamás ser acatados. Me retas, me lastimas, te vas y me dejas, y ¿sabes qué? Si no lo hicieras te olvidaría.

Next to me

Desperté una mañana esperando encontrarte a mi lado. Recordando tu sonrisa, tu mirada como una flecha de hielo que erizaba mi piel y me hacía sentir protegida, al mismo tiempo que pequeña y delicada. Pero luego recordé que era ese mi sueño que el sol naciente se había llevado consigo al salir por el horizonte, aquel sueño, regalo de la noche que no se conforma con brindarme sus estrellas para recordar el brillo de tus ojos, sino que trae a mi mente las más hermosas imágenes de lo que no sucederá. Otro día preguntándome quién tendría el gusto de despertar y ver a su lado lo que yo deseo, quien se habrá guardado tanto para ti como yo lo hice. Y pensar de aquel día en que dudé, de aquel día que entre mis brazos pensé tener a uno más, fácilmente reemplazable por alguien que poseyera más habilidad en la palabra y conocimientos del romance. Y pensar de aquél día en que lo creí todo terminado, en que entre sus brazos intenté olvidar tus labios, que sentí en su impulso la respuesta a tu falta de interés. Pensar que sólo sirvió para darme cuenta de que no había en el mundo otra alma que lograra tenerme tan hipnotizada, al punto de que no existiera nada más en mi universo, y tener alas para volar a verte, los kilómetros que fuesen, decirle al cielo que te amo, hundirme en tus brazos y no salir jamás de ahí.
Pero ahora, sé que tú estás ahí, brillando, dando luz a tus costados, tal vez incógnito, no reconocido, tal vez no hayas encontrado a alguien que vea todo lo que yo puedo ver. Tal vez estás con una persona mejor, más lista, más bonita, con los ojos inocentes llenos de esperanza, sentada cada noche en el sofá, esperando verte y lanzar sus brazos a tu cuello. El caso es que yo sigo aquí, arreglándome a diario por si la casualidad te cruzara de nuevo en mi camino, rechazando cumplidos, evadiendo miradas, pero sin lograr llegar para decirte que no te he logrado olvidar.

Dorado y sol

Eres como la arena, dorada y pacífica, dispuesta a dar su calor. El simple roce de tu piel es como el sonido de las olas al romper contra las rocas, capaz de reducir la piedra en polvo. Tu mirada es flecha de hielo, que refleja tu belleza de cristal. Como si las gotas de lluvia se atrevieran siquiera a tocarte, o como si el pasto se atreviera siquiera a asomar su verde brío en tu presencia.

Y perplejo mira su reflejo en el espejo

Es así. La calle se extiende hacia adelante, parece infinita y no se ve nunca el final. En realidad son pocos metros los que alcanza a iluminar el poste que está a mi lado, y a partir de ellos todo se reduce a oscuridad. Escucho, sólo el sonido del viento que se fusiona con mi respiración y mi palpitar, el pulso del mundo que gira constante y que a su vez es lo más estático, que seguirá ahí mañana cuando despierte, y seguirá ahí para ver el final de la calle y para verme morir antes de llegar a él. Y al seguir aquí debajo de un poste de luz amarilla, parada en medio de una calle de destino ambiguo, decido sentarme en la banqueta. No sé si más adelante haya otro poste de luz, no sé ni siquiera si la calle en realidad continúe y no esté caminando hacia el vacío, pero el sentarse es la forma más simple, y por tanto más humana de reflexionarlo. Y mientras observo mis rodillas temblorosas y sigo sumida en un espectáculo de música constante e imágenes fijas, siento como cada partícula del aire se torna más pesada, como el ambiente cambia su densidad se expande, se expande al punto de quebrarse y entonces no queda nada más que el llanto. El llanto en su forma más simple, el llanto puro y tranparente que no altera los sonidos del cuerpo ni la armonía del cosmos, que llega simple y callado como el dolor que lo causa. Y así, como todo sigue en su lugar y todo a su vez ha cambiado, el silencio será mi compañero en mi viaje hacia ningún lugar, o eso, cuando ningún lugar se precie de tener al silencio como huésped.

Conmemorando festividades inéditas

Estaba sentada, sola, simplemente esperando a que llegara. Ya no había nadie más en la escuela, sólo yo y el tic tac del reloj. El viento pasaba y se llevaba las hojas, mientras yo fingía ser sólo una niña inocente abandonada a la salida de la escuela, pero en realidad estaba ahí esperándola. Ese día en la mañana, a la sombra de mi vida sin sentido, me desperté y supe que llegaría ese día. Desde hacía muchas noches que contemplaba el cielo y veía los puntos de luz moverse lentamente al mismo lugar, y fue ese día, 21 de octubre, que se juntaron.
Y mientras esperaba sola sentada en la escuela solitaria, con el viento levantando las hojas, incluso llegué a dudar que viniera. Pero apareció, su figura alta, esbelta y repugnante llegó hacia mí con paso seguro; tal vez la situación mereciera una sonrisa, había esperado este momento toda mi vida, pero no sabía lo que pasaría después y eso me causó un ligero vacío en el estómago.
-¿También te abandonaron en la escuela? – Pregunté fingiendo cierto aire casual, después de todo, podría no ser lo que yo pensaba y debía comenzar con tono amistoso- He visto que también acabas de entrar a la secundaria, ¿Qué te ha parecido todo?
-Te he visto mirar al cielo toda la mañana- Respondió ella, serena, haciendo caso omiso de mi intento de hacer amistad- Sabías que hoy era el día, sabías que yo vendría, pero no pensé que tuvieras la capacidad necesaria para comprender lo que eso significa.
Fue entonces que lo dijo. Dijo lo que yo había esperado que alguien me dijera desde el día en que me di cuenta que no era lo que aparentaba ser. Y fue cuando todo cambió, fue ese momento en que llegó el coche de mi madre a recogerme, que yo pude haber hecho cualquier cosa. Pude olvidarlo todo y vivir plenamente, dejarlo para siempre, ser la persona que tal vez siempre quise ser… pero decidí seguirla.
E independientemente de todo lo que hizo, de las horribles hazañas para las que fui utilizada, de la traición, lo peor fue habérmelo dicho.

palabras

Si yo fuera pragmática diría que las palabras no existen. Porque sólo lo útil existe y las palabras no me sirven. Pero de cualquier manera puedo escribir y escribir, para llenar de letras este texto y al final no lograr decirte nada. Nada de todo lo que quiero decirte, o todo lo que quisiera no decirte pero que te digo porque así lo marca la rutina. Y es un ir y venir, diariamente, más o menos a la misma hora en que quisiera encontrarte cuando trato de evitarte, o en las tardes cuando sueño despierta con nubes de azúcar, al tiempo que pienso en tomar el siguiente vuelo con destino a lejos de ti. ¿Y tú? Es una pregunta, es una afirmación que niega lo que he temido, o que simplemente no dice nada, como yo, como el viento, como las palabras en general. ¿Y tú?

Y corrí con frenesí para alcanzarlo, abrí la puerta y ya no estaba

Quiero verte todo vestido de negro, sentado en medio de la plaza, leyendo.
Y que al levantar la mirada pueda ver tus ojos, el color de mi alma en su reflejo.
pues yo solo veo sombras
las sombras de lo que somos, tú y yo, lejos de la escasa dimensión que puede comprender el ser humano
cuando te conocí, no pensé encontrar a alguien con los mismos dilemas, con los pensamientos fríos, casi enfermos que nublan mi cabeza
te vi... con una sonrisa radiante, la cabeza altiva, vestido de manera elegante, citando a poe, a cervantes y los grandes maestros de la literatura.
y tu me viste... con mi mirada soñadora,
dulce, casi llegando al punto de la melosidad. Con voz de niña y postura inocente, me viste como la esencia de la ternura por un momento, pero después notaste que había en mis ojos una puerta más allá de la apariencia superflua.
Me di cuenta de que sabías demasiado, nadie había podido llegar más allá de mis palabras, todos quedaban satisfechos con la impresión que les di, que desde siempre había planeado dar. Y fue en ese momento que pude alejarme, que pude hacerte olvidar con el tiempo lo que habías visto. Más fue más fuerte la intriga de que existiera alguien que me hiciera padecer debilidad, alguien a quien me fuera imposible sostenerle la mirada, que pudiera adentrarse en mis pensamientos y encontrar a mi verdadero yo.
Y te dejé entrar poco a poco. Permití que leyeras mi mente como si fueras un maestro en legeremancia, y supe entonces el sentido del entorno, supe entonces la razón de haber nacido en la dimensión equivocada.
Gradualmente dejaste de ser objeto de mis estudios, para ser ente de mis fascinaciones. Te transformaste en soma, o incluso en algo más profundo que una adicción, en una necesidad que no necesita ser saciada, en un deseo más allá de los caprichos terrenales.
Y fue entonces que apareció esa sensación bizarra, que comencé a ver un brillo inusual a mi alrededor, como una luz de color azul brillante. Dentro de mi había un hoyo negro que absorbía toda luz proveniente del exterior, que se absorbía incluso a si mismo. Pero ahora había luz… azul…
Así que quiero verte todo vestido de negro, sentado en medio de la plaza, leyendo. Y que al levantar la mirada pueda ver en tus ojos el color de mi alma. Y nos reiremos de la banalidad humana, y comprenderemos el porqué de haber nacido en la dimensión equivocada.