sábado, 28 de enero de 2012

U look no beautiful when you cry, it makes your nose even bigger.

¿Cómo pedirle al tiempo que te detenga? ¿Cómo hacer para frenar todo esto que sucede tan rápido que no dice nada que yo pueda comprender? Parece que todo tiene distintos idiomas y que yo sólo escucho el de la soledad. Bright eyes y Mayday Parade, quizás un poco de música de los 60's porque te miro como si ya te hubiera mirado así antes, como si esperara que repitieras exactamente las mismas palabras, encontrarte en google de la misma manera. Al menos ahora no conoces a mis amigas. Igualmente gente especial hay en cada esquina.
¿Qué puedo decirte? Simplemente no lo entiendo. Si te digo algo podría alejarte de mí, si no digo nada podría de igual forma darme cuenta de que lo que querías era alejarte de mí.
I guess it's just meant to be like that.

lunes, 16 de enero de 2012

Domingo astromántico

A veces solo me hace falta recordar el por qué estoy aquí, aceptando que tú estés allá.

jueves, 12 de enero de 2012

4 will always be a great number. The shelter.

Por ti se han desbordado tanto mis palabras
que me es imposible seguir escribiéndote poesía.
Lo difícil no es encontrar versos que dedicarte,
sino mente para traducirlos y ojo para escogerlos.

Arrebatas y te llevas mi imaginación de media tarde.
De media noche.
Sueños de media mañana que se pelean entre cerrar los ojos y saber que ya es imaginación consciente.
Intencionada.
Intencionalmente ponerte aquí a mi lado y justificarme con el argumento de lo onírico e involuntario. Llevar los escenarios a situaciones peligrosamente surrealistas, tener todo el espacio de mi mente para correr la cinta de lo nunca sucedido.
Entonces verte. Verte y sentirte cerca. Verte y sentirte cerca para contemplar lo que hemos sido y lo que aún podemos ser.
Entonces ver el calendario y maldecir a enero por tener de por sí tantos días y luego treinta y uno.

4 will always be a great number. Japan rolls.

Tú. De entre todos, tú.
Tú que eres aire sabor a vegetales verdes
y que tu voz es eco de túnel urbano.

Quizá la importancia está en tu rostro.
Estás hecho totalmente a mi medida.
No hay sitio en mi alma o en mi cuerpo
que no esté perfectamente diseñado para ti.

Es que te guardo en los recovecos de lo imaginario.
Simple, ideal, inexistente como inseguro.
Inseguro para situarme en mi papel de actriz,
seguramente lo sabías y por eso lo escogiste.

Tú, de entre todos, tú.
Porque eres piezas de tablero y cartas de juego de rol
hoja en blanco, suave para que se deslice la pluma y haga poesía.
Tú que no me sacas de mi error, y yo que me aferro a imaginarlo.

4 will always be a great number. The ghost.

No sé porque son 4 y no son 3.
Nunca me han agradado los número pares porque son perfectos.
Perfectos como las sonrisas de las niñas y sus aromas frutales.
Por eso ellas tampoco me caen bien.

A veces te veo aunque te evite.
Muchas veces me viene el cuento en un libro.
En un niño, en un esqueleto y una tabla para picar verdura.
Extraño, nunca tuvieron nada que ver contigo pero me recuerdan a ti.

Quizá es mi mente la necia que quisiera conectar el 4 en el espacio del 3.
O en una cámara de acero inoxidable totalmente acondicionada llena de lujo y confort.
Para uno.
Para dos debajo del sofá.
Para tres en la repisa.
Para cuatro en la vergüenza desbordada.

Todo es culpa de la Fusa. La Fusa y su secuaz embarazada.

4 will always be a great number. Brown eyes.

Te recordé por que es invierno pintado de otoño.
El frío me recorre, el aire me canta.
Las banquetas se pintan de hojas
que aburridas del verde se disfrazan de naranja y marrón.
Un nuevo mundo, otro lugar, otra yo.
No puedo decir que soy la misma porque no lo soy.
Hoy pienso cosas que no sabía ni imaginaba en nuestro teatro.

Un par de estrofas para decir que reflexiva y hecha de humo;
la gente triste.
La gente triste acá es la misma que en todas partes.
Voltean, dibujan y escriben, sobre-piensan. Entonces no me hablan.
Y es así como sé que me incluyen.
Me incluyen a mí pero a ti no, porque ya no formas parte del nosotros.
Se esfumó, se fue, se ve que se fue incluso cuando hablamos y no hallamos qué decir.
Quisiera decir que puedes volver a ser mi niño triste para que ambos no lo seamos,
pero miento.

Miento como cuando digo que ella es fea como su nombre.

lunes, 9 de enero de 2012

Carta a un destinatario conocido.

Querido destinatario conocido:

He sabido por algunas fuentes que de vez en cuando lees este blog. Quizá mi información no esté actualizada, muy probablemente hayas dejado de hacerlo tiempo atrás. No sé. No me importa, tampoco. Es simplemente mi forma, no sé si políticamente correcta, de contestar. Sería más propio escribirte una carta pero he olvidado tu dirección, y contactarte personalmente por algún medio electrónico sería como abrir de nuevo nuestras vías de comunicación. No que no quiera hacerlo, pero tampoco estoy segura de querer. Tal vez la comunicación es algo muy peligroso para nosotros dos.

Sé lo que te estás preguntando y sí, sí recibí y leí tu carta. A decir verdad pensaba no hacerlo, las rosas fueron suficiente información de entrada. Mas me conoces bien, hasta eso, mi curiosidad no aguantó y con la primer línea tuve que continuar hasta el final.
Creo que ya sabes lo que voy a decir. Espero no equivocarme al pensar que tus líneas son sinceras. Siempre fuiste un gran actor, capaz de hacerme creer cualquier cosa. También yo siempre fui una ingenua, capaz de volver a confiar sin importar el impacto de tus actos. Aquí el detalle radica en que hablar en pasado es erróneo, tú sigues igual de actor y yo igual de ingenua. Solo crecimos un poco, nada más.
Te creo. Te creo aunque mi conciencia se dé de topes en la cabeza dictaminando que no aprendo nunca. En sí es mi mente la que no aprende, siempre un paso adelante. Supongo que es mi corazón el que aprendió. Aprendí a perdonar, aunque no puedo negarte que no olvidé. Tu arrepentimiento puede reivindicar lo que eres, pero nunca cambiará lo que hiciste. Una carta puede moverme a perdonarte, incluso a cambiar un poco el concepto que tenía de ti, pero jamás borrará los tragos amargos que me hiciste pasar.
Hace tiempo traté de odiarte. Odiarte, odiar al amor, odiar a esta niña tan pasional y atrabancada. Quizá pude hacerlo, un tiempo. Pero tampoco puedo negar que sucedió, y que mientras tanto, así fuera una mentira, fui lo más feliz que había sido hasta ese momento. Si es que puedo odiarte, es solo por que el amor y el odio van de la mano. Hace mucho tiempo me dijiste que el amor era todo menos eterno, yo lo dudo ahora. No creo poderte decir “te amo“, porque ya no significaría lo mismo. No quiero estar contigo, ni siquiera cerca de ti. Sin embargo deseo que estés bien, que seas tremendamente feliz, y sobre todo que encuentres el camino correcto a seguir. ¿Es eso amor? El amor es mío y es infinito, y tú para bien o para mal siempre serás parte de.

Justo ahora me río de mí misma. ¿Por qué? Porque esperaba escribir una carta poética, llena de drama y literatura. Pero esperaba más escribir una carta sincera. Al final resultó que lo segundo no combinaba con lo primero. Al final, nuestra historia se tejió de forma interesante. Para nada como yo lo esperaba, quizá porque quería hacerme a la idea de que no tendría final. Pero helo aquí, que ahora que puedo escribir con la cabeza fría, que ya no es mi corazón el que manda un despilfarre de palabras arrebatadas, entonces sé que es el final. Yo seguí mis sueños, ahora estoy donde el destino quiere que esté. Tú evitaste que ese aquí incluyera un a tu lado. Adiós, destinatario conocido, y ojalá tú también te encuentres donde el destino quiere que estés.

Sinceramente,

Catalina.