martes, 28 de diciembre de 2010

La gente triste

La gente triste tiene una clase de atracción indescriptible.
Se pasea de aquí para allá, reflexionando, sacando sus conclusiones melancólicas y leyendo a poetas del romanticismo.

Muchas veces se sientan frente a sus computadoras de escritorio a tratar de arreglar el mundo.
Piensan y dan vueltas y encuentran finalmente los errores de este planeta inmundo y singular.
Y uno a uno yo leo sus comentarios, los adopto, los admiro y dejo que me reprendan por mi pedacito de culpa en esta atrocidad.

La gente triste siempre me parece excepcional. Con ese aire de intelectualismo y superioridad que sin querer se dan, con ese desprecio a lo común y lo ordinario que los hace ver como una raza especial.

A veces muy seguido soy una persona triste. Quiero también parecer interesante y especial. Luego recuerdo porque los llamo la gente triste. Y entonces me pregunto si con tanta idea para arreglar a los demás, podrán algún día hacer algo por ellos mismos.

Death cab for cutie fuera del gimnasio

Traté de rescatarnos por los recuerdos,
sin ver que eso era lo único que nos quedaba por delante.

Te veo, ahí sin presencia y sin embargo haciéndote notar,
fingiendo sonrisas que tu y yo sabemos no tienen nada que ver con la felicidad.
A veces me siento y vuelvo a oír las canciones,
vuelvo a pensar en tus lágrimas de sal
y la confianza que se llevó la mar.

Quisiera contarte todo lo que acontece en mi mundo,
pero no me atrevo a dejarlo en tus manos.
Quisiera quererte por lo que fuiste,
y sólo consigo odiarte por lo que eres.

Deberíamos dejarnos en este camino
que se separa y la vida quiso que fuera unido
y nunca sentarnos a recordar
porque es triste que al estar una al lado de la otra
sea lo único que se nos ocurra hacer.

Memoria de papel

Un día más para quererte y se acaban los tropiezos.
A veces busco entre las notas de amores
aquélla en que no se escriban mentiras
y encuentro mis manos vacías.

Dicen que a falta de memoria se hace una de papel
la mía es de chocolate. Guardo la envoltura del que me comí
aquélla vez que descubrí la música.
La de una ilusión desventurosa,
o aquél cuyo sabor es idéntico a ti.

Los colores de mis recuerdos vienen en rosas
los logros en papelitos de cartón
me lleno de objetos y entre ellos
es imposible volver a encontrar la razón

Saqué de cajas y notas y chocolates y rosas
la conclusión de que me hace falta un día más
un día más para quererte
y mañana volver a empezar.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El último día

Este es el último día que lloraré por ti.
No lo prometo, pero al menos lo planeé así. Me vestí de negro, planché mis largos cabellos chinos tal como te encantaba que lo hiciera. Lo dejé suelto y resbala por mis hombros hasta mi espalda. También me pinté los ojos como a ti te gustaba, me puse el brillo de chocolate e incluso traigo puesto el perfume que le puse a todas tus cartas. Hoy soy todo lo que esperabas que fuera. Hoy cantaré las canciones que te compuse y releeré tus poemas, miraré nuestras fotos y tal vez hasta me tome una cerveza. Le diré a mi amigo que me lleve al café de sanborns y sentada en la mesa al lado de la ventana le contaré tus historias y lloraré tu ausencia.
Porque mañana mi cabello dejará de ser largo. Mañana me vestiré de azul cielo y cantaré mis canciones extrañas. Mañana quitaré la rosa de papel que adorna mi espejo y encerraré tus cartas y tus flores disecadas en la caja de recuerdos pasados.
Hoy es el último día.
Mañana comienza mi vida sin ti.