lunes, 7 de septiembre de 2009

Y corrí con frenesí para alcanzarlo, abrí la puerta y ya no estaba

Quiero verte todo vestido de negro, sentado en medio de la plaza, leyendo.
Y que al levantar la mirada pueda ver tus ojos, el color de mi alma en su reflejo.
pues yo solo veo sombras
las sombras de lo que somos, tú y yo, lejos de la escasa dimensión que puede comprender el ser humano
cuando te conocí, no pensé encontrar a alguien con los mismos dilemas, con los pensamientos fríos, casi enfermos que nublan mi cabeza
te vi... con una sonrisa radiante, la cabeza altiva, vestido de manera elegante, citando a poe, a cervantes y los grandes maestros de la literatura.
y tu me viste... con mi mirada soñadora,
dulce, casi llegando al punto de la melosidad. Con voz de niña y postura inocente, me viste como la esencia de la ternura por un momento, pero después notaste que había en mis ojos una puerta más allá de la apariencia superflua.
Me di cuenta de que sabías demasiado, nadie había podido llegar más allá de mis palabras, todos quedaban satisfechos con la impresión que les di, que desde siempre había planeado dar. Y fue en ese momento que pude alejarme, que pude hacerte olvidar con el tiempo lo que habías visto. Más fue más fuerte la intriga de que existiera alguien que me hiciera padecer debilidad, alguien a quien me fuera imposible sostenerle la mirada, que pudiera adentrarse en mis pensamientos y encontrar a mi verdadero yo.
Y te dejé entrar poco a poco. Permití que leyeras mi mente como si fueras un maestro en legeremancia, y supe entonces el sentido del entorno, supe entonces la razón de haber nacido en la dimensión equivocada.
Gradualmente dejaste de ser objeto de mis estudios, para ser ente de mis fascinaciones. Te transformaste en soma, o incluso en algo más profundo que una adicción, en una necesidad que no necesita ser saciada, en un deseo más allá de los caprichos terrenales.
Y fue entonces que apareció esa sensación bizarra, que comencé a ver un brillo inusual a mi alrededor, como una luz de color azul brillante. Dentro de mi había un hoyo negro que absorbía toda luz proveniente del exterior, que se absorbía incluso a si mismo. Pero ahora había luz… azul…
Así que quiero verte todo vestido de negro, sentado en medio de la plaza, leyendo. Y que al levantar la mirada pueda ver en tus ojos el color de mi alma. Y nos reiremos de la banalidad humana, y comprenderemos el porqué de haber nacido en la dimensión equivocada.

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