lunes, 6 de junio de 2011

El inevitable número catorce.

Quisiera callar para siempre este querer
pero aunque silencie mis labios te hablarán mis ojos.
En una mirada perdida sabrás comprender
que eres tú el mar de mi lucha y mis antojos.

Ni pudieron los pasados ni podrán los años venideros
ni tampoco las fronteras, hilos de ríos y carreteras,
porque entre todos ellos mi pluma trazará senderos.
Harán que mis palabras te lleguen siempre certeras.

Todas las cartas del mundo, escritas en papiro de los dioses
serían insuficientes para mi mano hambrienta de metáforas
que a su vez no alcanzarían ni con miles de palabras
a escribirme valentía para enviártelas.

Es que es el fantasma de tus labios gruesos
de tus ojos cansados llenos de luz de vela
tu voz haciendo débiles mis huesos
de mis sueños con tu cuerpo a través de la tela.

Quisiera que envolvieras tu sonrisa
en un marco de cristal y de espejismo
para verla siempre, al sentirme en el abismo
y recordar que existes, en otro mundo, en este asincronismo.

¿Mas que le queda a una niña, sino dibujarte en la poesía?
recordarte en el papel, dondequiera, en cualquier clima
Meterme en mi mente para con toda alevosía
Esbozarte con hipérboles y robarte con mi rima


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