domingo, 18 de septiembre de 2011

La plaza del Sol.

Estepantla se sienta por las tardes en la plaza del Sol.
No lo hace por la sombra de sus árboles ni la fama de sus bares,
sino por el aroma de los edificios que la rodean.
Así pasa las horas, observando al mundo que no la ve.
Se hace invisible y su silencio se funde con el murmullo de la fuente.
Estepantla se sienta con sus libros, cuadernos, pinceles y demás cosas que puedan hacerla parecer interesante; tal vez así le llegue el amor.
¡Pobre! No sabe que busca algo inexistente en el lugar equivocado.

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