Ahora tengo unas ganas desesperadas de llamar y colgar. Solo oírte decir “bueno?“ y soñar con tu voz el resto del día. O mejor aún, cómo me gustaría que llamaras y colgaras, aunque sea por accidente, tu teléfono marcó solo mi número. Entonces tendría un pretexto para devolverte la llamada y preguntarte “¿Qué ocurre?“ y de paso alargar un poco la conversación.
Creo que son estos extraños deseos los que me hacen pensar que tener un teléfono es lo peor que una puede hacer en estos casos.
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