sábado, 23 de abril de 2011

Cuando todo sale mal

---30 minutos es suficiente para comprobar lo que ya sé pero aún trato de justificar---

Quise hacer una pausa en mis escritos wannabe literarios para escribir, como una quinceañera con blog, acerca de mi vida y mi sentimiento actual.
Lo que ocurre es que soy incapaz de no involucrarme. Me es imposible separar las cosas, cerrar mi corazón, controlar mis emociones y tomarme la vida más a la ligera. Me pasa en todo. Desde una tontería, la escuela, un amigo, cualquier cosa es suficiente para que me sumerja en sentimientos, me aferre a las cosas y lo tenga todo por querido, por mío y por seguro.

Ahora es eso. Pero pudo haber sido cualquier otra cosa. Desde las lágrimas de patriotismo sin sentido hasta el sentimiento tan intenso y profundo provocado en un encuentro brevísimo sin nombre ni antecedentes. Ahora es eso. Es el hecho de que me juré jugar y en su lugar me encuentro con que mi maldita imaginación va más rápido que los hechos, más rápido que la lógica o mejor dicho la ilógica del amor, más rápido incluso que sí misma cuando trato de imaginar todo lo que podría salir mal, y que en efecto sale mal.

Porque sí, todo sale mal. Planeo un tiempo y me excedo. Planeo una superficialidad y me hundo. Planeo no planear y desobedezco.

Ahora que siento que acaba y aún no empieza, sólo puedo decir, maldita imaginación.

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