jueves, 1 de diciembre de 2011

Al final, sabías a suspiro.

¿Dónde estás cuando no tengo ganas de nada?

Muchas veces, mientras hago la tarea y pienso en el infinito
me dan ganas de tenerte a un lado.
Aquí, sin decir nada, siendo callado como es tu especialidad.

Muchas veces cuando voy caminando entre la gente,
me haces falta.
Tú y esa complicidad implícita.
Tú piensas “¡Pero qué señora tan gorda!“ y ríes.
Yo río porque sé lo que piensas y pienso lo mismo.
La gente ríe de nosotros, porque somos un par de raros que ríen solos.

A veces me dan ganas de retar a la razón que me dice que estamos destinados a la nada.
Me gustas porque eres frío y distante, cualidades que no aprecio porque se llevan mal con mi emotividad desbordada.
Quizá es solo el aire de lo prohibido y lo polémico, quizá sean tus ojos.
O tal vez, pero solo tal vez, es porque somos gente triste y pensamos que podríamos no serlo.

1 comentario: