domingo, 30 de diciembre de 2012

Usted II

El tiempo corre, 50 minutos.
50 minutos para observar, para callar.
De pronto sus ojos se vuelven olas,
y yo me abandono, naufrago en su mar.

Lo miro jugar con la cuchara del café
y quisiera decirle que esa tormenta soy yo
soy yo dentro de la taza, con los granos de azúcar dispersos
atrapada dentro de paredes de cerámica, mirando desde abajo lo que pasa.

También soy los libros de su estante,
que no le dicen nada.
Soy los productos de publicidad que adornan su escritorio.
Soy la marca Marlboro que es lo único que sé de su vida.

Estoy aquí para hablar, para decir.
Y sin embargo quisiera escuchar.
Deliro, viajo, pienso y me pierdo
en la marea que crece en sus pupilas.

Las olas estallan unas con otras,
el agua antes clara se tiñe de añil,
las nubes se acumulan bajo sus pestañas
y siento el capricho de un viento febril.

¡Truenos! ¡Luces! ¡Ha entrado agua a babor!
La balsa gira, retumba, es el juguete de Neptuno
Y sin pensarlo me hago prisionera de las aguas
Me hundo, me ahogo, y espero su turno

Sorpresa es ver que el agua no cae de su mirada
sino de la mía.
Vi en usted toda la tormenta
pero era mi alma la que la sentía.

“Se nos ha acabado el tiempo“ lo escucho decir
y otra vez yo no dije nada.
Pareciera que en estas 4 paredes no hay física,
la única regla encontré, y es que a usted no le puedo hablar de tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario