viernes, 17 de septiembre de 2010

Charla en la sala de conciertos

Ahí estabamos todas. Catalina al piano, tocando Mozart para deleitarnos. Los bocadillos consistían en té de manzanilla y bizcochos con crema de azafrán, como los que sirvieron en el funeral de Ama Clutch. Yo estaba al centro, oyéndola hablar. De todas, ella era la que más intriga me causaba. Después de tantos años, de tantos pseudónimos y tantas personalidades, no había podido encontrarle un nombre. Ni siquiera es igual a mi. Es muy extraño estar rodeada de mujeres idénticas, todas con su personalidad caricaturizada al extremo. Pero ella, a pesar de que sé que es física, y que ciertamente tiene que ser igual a mi, no puedo ni siquiera recordar su rostro. Sólo la escucho hablar.
Nuestra conversación estaba planeada para ser una asamblea, pero fue más bien debate entre nosotras dos. O quizás, simplemente un sermón.

Ella: Todas las aquí presentes sabemos el motivo de la discusión, que si bien podría desviarse a los acontecimientos de "eldiaqueyanosupenada", es mejor que nos concentremos en lo de ahora.

Elphaba: Si se me permite una opinión, "eldíaqueyanosupenada" es un tema de mayor urgencia, ya que nos remite a una crisis de identidad que nuestra simple existencia reafirma. Lo que vamos a tratar ahora lleva igual un buen tiempo y no creo que exista una solución, así que sería mejor pasarlo como insolucionable y listo.

Ella: Ya se ha pensado mucho sobre "eldíaqueyanosupenada". Es tiempo de aclarar la otra situación. Antes de comenzar, Caty, ¿Qué tienes que decir al respecto?

Caty: Lo que ya he dicho. No puedo obligarme a sentir, pero tampoco a lastimar. Es menester dejar que las cosas sigan su curso.
Ciertamente va mucho tiempo ya. Más del que podría decirse que es sano. Pero en sí, ¿qué es sano? No creo que le haga mal esa afección, más bien creo que es como un placebo que lo hace feliz y que evita que la situación se vuelva caótica.

Emily: Si me permites mi opinión, no entiendo el por qué de tu rechazo. Es decir, te ha dado todo lo que alguna vez esperabas que te fuera dado. Te ha tratado de la forma en que alguna vez esperabas que te trataran. Ha perseverado como alguna vez esperabas que alguien esperara por ti.

Caty: Y sin embargo no me siento de ninguna manera al respecto...

Katie: Fue tu mayor deseo y ninguna chispa por ello

Caty: Creánme que he intentado, pero tan sólo imaginarlo me resulta imposible. No le guardo ningún sentimiento, ni una pizca de atracción, ni una chispa de química, nada de nada.

Ella: Entonces, ¿Por qué seguir ahí torturando sus sentimientos?

Caty: Es menester dejar que las cosas sigan su curso...

Ella: Te agrada, Caty. Te gusta tener algo seguro, más con tus crisis de inseguridad. Te gusta saber que cuando te quedes sola aún habrá alguien dispuesto a todo. Te sube el poco ego que tienes el hecho de que una persona sólo sepa mirar tus cualidades. Te encanta recibir buen trato, escuchar canciones que son para ti, porque eso haces tú siempre. ¿O me equivoco? Cansada de siempre darle a todos y que nadie lo regrese, amas que alguien te ofrezca todo. Pero no puedes regresárselo, porque simplemente no lo sientes. Sabes que por ahora eres una droga que lo mantiene feliz, pero sabes también que no es libre.
Yo creo que lo mejor sería alejarse poco a poco, ayudarte con un poco de magia si prefieres, porque no es reciproco. No es sano, luego de tanto tiempo.

Caty: Si le estoy negando su deseo por ser incumplible, no seré cobarde y le negaré también mi amistad. Debo aceptar, con la cabeza baja, que en tu palabra hay algo de razón. Me agrada ser tratada como una princesa aún sin merecerlo, pero más ferviente es mi deseo de su bienestar y felicidad.

Ella: Lleguemos a un acuerdo entonces. Sin distanciamiento y amistad pura, pero harás lo que esté en tus manos a favor de su libertad, aunque tengas que salir de tu zona de confort.

Así fue que llegamos a un acuerdo sobre la otra situación, en la sala de conciertos. Saldré de mi vitrina, sin aires que no me corresponden, para estar a tu lado y ayudarte a ser libre. En cuanto quieras ser libre, claro está. Pero yo por mi parte, no haré nada por mantenerte así por mi.

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